La presentación de ayer de los nuevos integrantes del gabinete de Armenta, junto con los nombramientos anteriores, nos demuestra que el próximo gobernador ha antepuesto los méritos en campaña, en militancia y en lealtad.
Esos tres criterios son la base de las decisiones que ha tomado al momento de seleccionar a las mujeres y hombres que lo acompañarán en sus primeros días. Y me atrevo a hablar de los primeros días, porque ha sido el propio gobernador electo quien ha recalcado que a los integrantes de su equipo les exigirá resultados.
El reto para quienes desde ayer se subieron al barco es enorme porque muchos de ellos enfrentarán la natural curva de aprendizaje. Ante la falta de experiencia en la Administración Pública de varios de los perfiles presentados, surge la duda de cuántos de ellos podrán cruzar dicha curva en un tiempo récord.
Y subrayo que deberán hacerlo de manera exprés porque Armenta ya ha dicho que no le temblará la mano para hacer los cambios que sean necesarios a fin de que su administración ofrezca los resultados que él tiene previstos.
El apremio que ha mostrado durante este periodo de transición nos marca, desde ahora, que no será un gobernante paciente. Exigirá, a la brevedad, que cada director, subsecretario o secretario entregue resultados de manera expedita.
De ahí que la duda sea, ¿Cuántos de quienes empezarán con él en la administración podrán seguirle el paso en los primeros 100 días y después mantenerse en el ritmo para el primer y segundo año?, ¿Cuántos más caerán en la primera vuelta?, ¿A cuántos de ellos la inexperiencia les costará el puesto?
Veremos y diremos.
Cunde el pánico en Palacio
Cuando “testigos protegidos” dieron su testimonio, que no pruebas, para que Genaro García Luna fuera sentenciado en Estados Unidos, el presidente Andrés Manuel López Obrador no cuestionó el sistema judicial del país vecino.
Sin embargo, cuando ese mismo procedimiento está a punto de alcanzar a los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el presidente dio un vuelco y tuvo una opinión muy distinta.
Ayer durante la mañanera, pidió a las autoridades norteamericanas que todas y cada una de las acusaciones que se realicen contra “Los Chapitos” (Ovidio, Joaquín y “El Nini”), así como los acuerdos que tenga la justicia con estos tres personajes para lograr que se declaren culpables, para que las autoridades obtengan información y ellos unas sentencias menores, sean probadas antes de darlas por ciertas.
“Si hay relaciones de complicidad entre delincuencia y autoridades, como ha sucedido, debe de castigarse a los responsables. También todo tiene que probarse porque si no, un gobierno extranjero utiliza ese mecanismo para someter, chantajear, subordinar a otro gobierno, y eso es intromisión, violación de la soberanía de los pueblos y las naciones", respondió AMLO.
La declaración de López Obrador vino acompañada de otra frase, una en la que nuevamente culpa a los medios de la “perversidad” que hay en el “manejo de la información” y del “contubernio entre medios, agencias y gobiernos”… “Por eso, hay que tomar con precaución”.
En el fondo, la solicitud de Andrés Manuel para que se desdeñe, a priori, la información que ofrezcan “Los Chapitos” a las autoridades norteamericanas pareciera más un escudo, que una verdadera defensa de la soberanía nacional.
Preocupa, que en lugar de llamar a respetar las instituciones de justicia, sean mexicanas o extranjeras, nuestro presidente esté más ocupado en pedir que le muestren pruebas de algo que todavía ni se ha nombrado.
¿Qué sabe él?, ¿Qué saben “Los Chapitos?, ¿Por qué ahora sí es tan imperante que se documenten los testimonios y las declaraciones para tomarlas por ciertas?
Como dice el refrán… A explicación no pedida, acusación manifiesta.