En incontables ocasiones el presidente Andrés Manuel ha hecho público su desdén por el conocimiento. Lo mismo ha dicho que “los que van a estudiar a Harvard o en el extranjero aprenden a robar”, que ha priorizado “el 90 por ciento de lealtad y 10% de capacidad” para seleccionar a los integrantes de su gabinete.
El capricho por desaparecer todo lo que mida el desempeño educativo de nuestro país, como la prueba PISA y Mejoredu, se suman al recorte de becas universitarias y al debilitamiento del hoy Conahcyt.
Ayer, durante la mañanera y en un intento más por desacreditar al Poder Judicial soltó un nuevo disparate, justo cuando intentaba explicar que la selección de jueces y magistrados se puede realizar a través de una tómbola o una elección abierta.
“Lo único que se necesita es que sean abogados y sean electos por el pueblo, para que actúen con rectitud. Tampoco es tan complicado, tan complejo, el Derecho. Ya hay tesis, jurisprudencias, desde luego leyes, constituciones (…) Lo que se estudia, lo que se ve en la facultad de Derecho, con eso y con integridad”.
Al margen de que es falso que por ser electos por el pueblo, automáticamente, los jueces y magistrados actuarán con rectitud, la frase reitera ese desdén por el conocimiento, por la experiencia y hasta por la meritocracia.
La labor de todos los implicados en la impartición de justicia es pilar en cualquier gobierno.
Como abogado de profesión podría participar en esa tómbola o las elecciones, sin embargo, si alguien me dijera que mañana me nombran como juez y me cuestionara si puedo con el encargo, definitivamente le respondería que no.
La declaración de López Obrador es una falta de respeto para todos los empleados del Poder Judicial, para quienes se han preparado por décadas para ir escalando en la Carrera Judicial.
Impartir justicia y más en un país tan complejo como México, no son enchiladas, no basta con “lo que se enseña en la escuela”, tampoco podemos basar nuestro sistema en tutoriales de YouTube.
Lograr que las personas sean debidamente juzgadas, fallar casos con la mayor legalidad posible, interpretar correctamente los artículos, aplicar las jurisprudencias, son cosas que no se enseñan en cinco años de una licenciatura.
El cinismo de Andrés Manuel llega al grado de preferir que tengamos jueces y magistrados sin capacidad, pero que sigan perpetuando su ambición de estar en la boleta electoral, porque se lo aseguro, si la Reforma Judicial es aprobada en los términos actuales, el señor, que ya no será presidente de la República, continuará en su eterna campaña electoral, ahora con abogados que le garanticen 100 por ciento de adulaciones y cero por ciento de contradicciones.
Este es uno más de los muchos riesgos que corremos como país, con la absurda Reforma Judicial que pretende imponer AMLO antes de dejar el cargo y el Palacio Nacional, en 32 días.