El presupuesto es una promesa que el gobierno hace con los ojos cerrados. Se aprobaron 452 mil millones de pesos para el campo en 2025, dice el PECDRS, acrónimo pomposo para la suma conjunta de «todo lo que aporta al desarrollo rural». Dicen que es más que los 448 del año pasado. También que es menos que los 480 que terminaron gastando este año. Pero los números no significan nada si no hay dirección.
Gastamos para que no se hunda, no para que avance. De los 73 mil millones asignados a la Secretaría de Agricultura, más de 51 se irán en tres programas que son alivio y no solución.
Fertilizantes «para el Bienestar» tiene 17 mil millones para regalar químicos que hacen crecer plantas rápido, pero empobrecen la tierra. «Pero es que salen de PEMEX, deben ser buenos», hay al menos tres mentiras en esa oración.
Precios de Garantía «para el Bienestar» da 12 mil millones para comprar lo que otros no quieren pagar, como maíces de terrible calidad o leches impagables de recolectar, o para intentar comprar lo que nadie les quiere vender, como un frijol escasísimo en este país.
Producción «para el Bienestar» reparte 16 mil millones como quien reparte pan a los hambrientos. Y eso es, esto es para hoy. Para mañana, no hay nada, bueno que voten por aquestos.
En los discursos oficiales dicen que el campo es prioridad, pero 168 mil millones del presupuesto rural va a la vertiente social, no al desarrollo productivo. La gente del campo no es el campo, ni viceversa.
La pensión para el bienestar de los adultos mayores toma 115 mil millones. Es una cifra gigantesca, es un alivio temporal para la dignidad de la tercera edad, pero presupuestalmente no hay futuro para aquellos con exceso de pasado. El déficit del gobierno son partidas como estas o los 40 mil millones al Tren Maya.
Luego está Sembrando Vida con 39 mil millones. Sembrar árboles suena bien, fue Sheinbaum a presumirlo al G20. Dicen que se sembraron 100 mil millones de árboles en un millón de hectáreas. Pero eso equivale a diez árboles por metro cuadrado. ¿Árboles o hierbas? ¿Cifras infladas o un mal chiste? La verdad, nunca ha importado tanto.
El presupuesto es reflejo de que dineros son quereres, pero también reflejo del desigual desmadre que es este país. ¿No tiene para pagar seguridad social en este país porque su negocio no da para tener rentabilidad? Ya se fregó, a no ser que sea un cañero —pero de los sindicalizados— donde hay 300 millones de pesos destinados a cubrir cuotas frente al IMSS, ¿y cualquiera de las otras trescientas cadenas agroproductivas? La respuesta está en la presión que pueden aplicar unos u otros, le dirán que es justicia social.
La vertiente educativa no es tabla de salvación. De los 89 mil millones destinados, quienes más recibirán será Chapingo con tres, Colegio de Postgraduados mil y medio, INIFAP algo parecido, e INAPESCA unas morusas similares. Pero los montos la verdad no importan, pues la formación agropecuaria en este país tiene como ancla y mantra a la milpa.
Un sistema de nutrición de subsistencia, eso es el maíz-frijol-calabaza, sobre un sistema de producción de la edad de piedra. Eso era Mesoamérica cuando llegaron los españoles; de piedra esplendorosa con jade, pero piedra, no llegamos ni al hierro. Como sociedad cinco centurias no nos han bastado para asimilar lo que fue saltarse varias etapas del desarrollo de una civilización, y se nota. Si no entendemos de dónde venimos, menos tendremos idea de a donde vamos, el presupuesto nos lo dice, la nación nos lo grita.