En países democráticos, las elecciones deben cumplir con ciertos principios como los de equidad, neutralidad e imparcialidad. Desde el nacimiento del IFE, México dio pasos agigantados para hacer de nuestras elecciones un ejemplo de grandeza ciudadana.
La complejidad de las elecciones generó algunas inconformidades y sin duda, en más de una ocasión, no se cumplió la ley al pie de la letra, sin embargo, insisto, en términos generales, tuvimos procesos electorales transparentes.
Sin embargo, este proceso, el que estamos viviendo y en el que elegiremos a jueces, magistrados y ministros, se ha vuelto una madeja enlodada.
Enlistar todas las violaciones a las leyes, al propio proceso y a las elecciones en sí sería ocioso, porque quienes mueven los hilos de esta elección, que no es neutral, equitativa ni imparcial, cometen atropello tras atropello.
De entrada deberíamos reconocer que el recorte presupuestal al INE ha generado peligrosos ajustes. Van tres: falta de publicidad al proceso, recorte del 60 por ciento de las casillas y conteo de votos en los Consejos Distritales del INE.
A estas alturas de “la elección” casi nadie sabe cuándo habremos de ir a las urnas, menos que el domingo 1 de junio estarán en juego 881 cargos y que para ellos habrá 5 mil 379 candidatos… o menos o más, según convenga a la 4T.
De los colores y el significado de cada una de las seis boletas que se les entregarán a los ciudadanos, ni hablar. Aquí observamos la gravedad de no contar con una adecuada publicidad.
Continuemos.
Si teniendo casillas, casi en cada colonia y conociendo a los candidatos a diputados, senadores, alcaldes, gobernadores y presidentes de la República, los ciudadanos dudan en caminar dos calles e ir a votar, imagine usted el nivel de abstencionismo que tendremos en esta elección, cuando los centros de votación nos obliguen a recorrer cinco colonias, por el recorte presupuestal.
A esas circunstancias, agregue que por primera vez en la historia moderna de nuestro país, los votos no serán contados por nuestros vecinos, los funcionarios de casillas.
Esta ocasión se trasladarán los paquetes electorales a los Consejos Distritales del INE, en donde funcionarios públicos contarán los votos. Como si nuestras carreteras fueran tan seguras como para trasladar los votos a favor de tal o cual juez sin riesgo a que los paquetes electorales sean alterados, robados o quemados, en el camino.
Y ojo, estos son sólo tres detalles del enlodado proceso electoral.
Los listados que aparecen antes de las tómbolas, los nombres que no entraron a la insaculación, el rechazo y después recuperación de aspirantes que entraron para cumplir cuotas y la enorme “casualidad” de que los elegidos sean afines a la 4T, son parte del cúmulo de irregularidades que se suman día con día.
Si ya elegir a jueces, magistrados y ministros es una aberración, porque se requiere que sea personal con carrera dentro del Poder Judicial, hacerlo violando las reglas se vuelve un peligro para México.
Los primeros reveses a este intento electoral se han presentado. Ayer, por ejemplo, la SCJN Suprema Corte rechazó la lista de candidatos del Comité del Poder Judicial insaculados por el Senado.
La cascada de amparos, ante las evidentes violaciones al proceso electoral, no tardará en caer.
Este proceso electoral, como todo lo que “organiza” la 4T, no tiene ni pies ni cabeza.
¿Cómo validarán los triunfos al final de la jornada?
Veremos y diremos.