Según Wilkipedia, el Tequio es la faena o trabajo colectivo sin remuneración, que se ofrece a la comunidad.  Y, de acuerdo con la Universidad Veracruzana, la faena comunitaria es un modo de organización social que busca dar solución a problemas comunitarios con la participación de todos.

Un cuento tradicional de Inglaterra, adaptado por arbolabc.com, describe que un viajero llegó a una aldea. No contaba con refugio, ni comida. Confiaba en que alguien le ofreciera. Tocó muchas puertas pidiendo comida, pero no fue posible conseguirla.

Entonces se fue a la plaza del pueblo y llenó con agua del río la olla que llevaba. Encendió fuego y dejó caer una piedra dentro de la olla.  Un aldeano se acercó y le pregunto:

- ¿Qué haces?

- Una sopa de piedra, le dijo.

- ¿Y se le puede agregar zanahoria?

- Sí, contestó el viajero.

Y en poco tiempo el aldeano regresó con 10 zanahorias.

Después otro aldeano preguntó qué estaban haciendo. “Sopa de piedra con zanahorias”, fue la respuesta. ¿Y se le puede poner papa?  Sí, contestó el viajero. Y al poco tiempo regresó con una docena de papas.

Fue así como muchos aldeanos pudieron aportar sus ingredientes favoritos a la sopa de piedra. Un joven se unió trayendo a su madre y todos los platos y cucharas de su casa.

No pasó mucho tiempo para que decenas de aldeanos se unieran al viajero, ofreciendo sus ingredientes favoritos: jamón, champiñones, calabaza, sal, pimienta. Todos querían contribuir a la innovadora receta. Finalmente, el viajero sacó la piedra, la tiró y declaró: ¡la sopa de piedra está lista! Y fue así como una pequeña comunidad se unió a una gran fiesta que comenzó con una piedra y un gran ingenio.

En la Mixteca Poblana, en un principio, la faena comunitaria era una costumbre de práctica frecuente. El acondicionamiento de caminos, el abasto de agua, la limpia de acequias, el colado de un techado, la reparación de corrales y cercos, el marcaje de ganado, arreglar las escuelas y las bancas, la siembra y, especialmente, la cosecha del maíz, se hacían en conjunto. Las fiestas también se hacían con la cooperación de muchos, que aportaban lo que podían, casi siempre en especie. En estas tradiciones, el que menos tenía, aportaba ideas, tiempo y manos.

Con el paso del tiempo eso se fue perdiendo. Se fue haciendo común escuchar que la atención de muchas necesidades comunitarias era obligación del gobierno.  Para eso hay presupuesto. Esto último ha sido ampliamente utilizado por actores políticos que, en el afán del voto fácil, se comprometen a resolver todo, sin ninguna garantía de certeza. Y en el gobierno, como en las familias, nunca hay un presupuesto que alcance para todo.

Algo pasó también con los padres y la escuela, porque en las últimas décadas se fue alejando a los niños de las tareas físicas, trabajos domésticos, de las responsabilidades cívicas, de participación en el mantenimiento de su escuela y, el teléfono celular fue sustituyendo gran parte de ese tiempo. Las últimas generaciones se han insensibilizado socialmente, el individualismo está retornando. La política, muchas veces alentada desde el máximo poder nacional, ha estado perdiendo su propósito unificador.

He querido compartir este cuento y estas experiencias con mis tres leales lectores, porque en Puebla, Alejandro Armenta, al inicio del Gobierno Pensar en Grande, encabeza hoy una verdadera revolución de conciencias con una notable movilización de la sociedad para la atención de sus propios problemas comunitarios.

Alejandro Armenta es el viajero que en cada uno de los municipios y comunidades poblanas, colonias y barrios, ha promovido con el ejemplo, la unión de esfuerzos, capacidades y experiencias a través de Faenas Comunitarias que mejoren las condiciones del entorno en que vivimos.

Convencido de que el liderazgo es ejemplo y no solo discurso, ha iniciado su administración encabezando e invitando a todos a realizar la limpieza de los accesos a las ciudades y a las comunidades, atendiendo la dignificación de vialidades, parques públicos, unidades habitacionales y también edificaciones con mantenimiento rezagado o francamente descuidadas.

Pero no solo se promueven tareas de trabajo físico, también las de tipo intelectual como la lectura, orientación vocacional, alfabetización, asesoría legal, técnica y administrativa, exposiciones temáticas, ferias comerciales, jornadas de salud y acciones vecinales para mejorar la seguridad.

La mayor lección de las faenas comunitarias de Armenta, es que la unión hace la fuerza. No todo es dinero, casi siempre escaso, cuando el mayor recurso, muy abundante, es la inteligencia y conocimiento de las personas.

Sumando voluntad, anhelos, objetivos, fuerzas, capacidades y experiencias, las sociedades pueden resolver todo.