En menos de 10 días, las cabezas de cinco titulares han rodado a consecuencia de las muchas y variadas protestas que hemos vivido en Puebla.

El recuento inicia con el ahora exdirector de la Facultad de Medicina, Luis Guillermo Vázquez de Lara, quien en medio del paro entregó su renuncia. Fue el martes pasado.

El fin de semana, tras el asesinato de dos policías municipales y ante el amago de un paro, rodó la cabeza de “Sauce”. Al mando, Gustavo Alonso González Zapata, lo enviaron a su casa sin boleto de regreso. Las acusaciones de hostigamiento y posible corrupción terminaron de enlodar su salida.

De esas mismas negociaciones derivó la separación del titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Fernando Rosales. El responsable de la policía municipal se sostuvo un par de días más con alfileres. El martes 4 de marzo, en las últimas horas, se anunció que se había aceptado su renuncia. Un eufemismo más.

En el inter, el lunes 3 de marzo, enfermeras del Hospital General de Cholula, cansadas de los malos tratos y de la falta de insumos y medicamentos, cerraron el Periférico Ecológico. Ese mismo día Elizabeth Guadalupe Laug dejó de ser la responsable en el nosocomio.

Ayer miércoles 5 de marzo, el cierre del bulevar Hermanos Serdán evidenció las quejas de alumnos del BINE quienes acusaron a Arid Hernández Aguilar, hasta entonces directora de la Licenciatura en Inclusión Educativa del Benemérito Instituto Normal del Estado (BINE).

Malos tratos, discriminación a compañeras embarazadas y falta de recursos humanos y didácticos fueron parte de las protestas en pancartas.

Antes de concluir su jornada laboral, Arid Hernández ya tenía vacaciones permanentes.

El fenómeno, por ponerle un término, no es exclusivo de Puebla. El domingo 2 de marzo, Los Tigres de la UANL protestaron contra Veljko Paunovic. La directiva le dio las gracias al técnico servio para dejar en su lugar a Guido Pizarro, la propuesta-petición de los jugadores.

Carencias, el común denominador

Más allá de las razones particulares de cada manifestación, lo cierto es que en la BUAP la queja inicial fue por falta de espacios para realizar residencias y prácticas. Situación que no dependen directamente de la universidad.

La falta de medicamentos, personal y equipos para atender a los enfermos en el General de Cholula tampoco son responsabilidad de la exdirectora. Ahí están los resultados de la pésima implementación del IMSS-Bienestar.

En el BINE, algo similar, la queja de los estudiantes ante falta de material y hasta maestros es consecuencia de los recortes a la educación pública.

Y ni hablar en la seguridad pública, donde el lamentable asesinato de dos polícias municipales se inscribe en un país bañado en sangre y en donde los delitos de alto impacto son el pan de cada día.

El absurdo

Y por increíble que parezca, sí hay alguien que pese a las protestas sociales se mantiene en sus aposentos. Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, ha sido blindado para no tener que abandonar el cargo.

Narcobloqueos, una guerra interna, cuerpos abandonados, desaparecidos y balaceras a plena luz del día, no han bastado para que le pidan cerrar la puerta, por fuera.