Según el Libro de Eclesiastés de la Biblia, capítulo 1 versículo 9, “no hay nada nuevo bajo el sol”. Su significado es que, a pesar de que las cosas pueden parecer nuevas, en realidad, la historia se repite y todo tiene un precedente.
En 1989, se realizó la Segunda Reunión Internacional de Investigadores en Producción de Semillas Forrajeras, en Corvallis, sede de la Universidad Estatal de Oregón. Ahí conocí que la industria de semillas de pastos ornamentales y forrajes para el ganado, de zonas templado-frías, que abastece el 55% de la demanda mundial de este insumo, tiene el soporte técnico de las Universidades regionales. Entonces había 17 empresas semilleras forrajeras en el noroeste de Estados Unidos.
Otro ejemplo es que, cuando nuestra dieta familiar diaria era solo de maíz, frijol y salsa de chile y jitomate o tomate verde, de vez en cuando carne de pollo, huevo, carne de cerdo y bovino, como lo hacen aún miles de familias en la mixteca poblana, tuve la oportunidad de conocer en Panotla, Tlaxcala, que las verdolagas y quintoniles que siempre dimos de comer a nuestros marranos, eran la base de extraordinarios platillos.
La educación alimentaria estuvo ausente en los contenidos educativos por lo que solo conocimos la chatarra, la cual derivó al 2021, en un total de 12.4 millones de personas con diabetes, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del Gobierno de México.
Lo anterior es una muestra de que más de la mitad del nuevo conocimiento de una persona lo obtiene platicando o viendo lo que otros ya han hecho. No obstante, es muy probable que nos neguemos a copiar, para seguir siendo originales y a no preguntar para no evidenciar nuestra ignorancia. Copiar, contrariamente a como nos enseñaron, no es malo si reconocemos la fuente y damos crédito al autor. He visto que quienes me sucedieron en responsabilidades universitarias y públicas cometieron los mismos errores que yo pero, en ambos casos, nadie me preguntó nada.
Para ser los mejores en nuestra materia o responsabilidad, bien valdría el esfuerzo de revisar quiénes son los más aventajados y cómo lo han hecho, para adoptar, adaptando, aquello que sea de utilidad para nuestro desarrollo, especialmente porque la curva de aprendizaje es insalvable en el emprendimiento, la administración pública y la vida diaria. En la administración esta es aproximadamente de un año, en el emprendimiento es de 2 a 3 años y en la vida, nunca se termina de aprender.
Con relación al desarrollo socioeconómico, educativo y ambiental comparto algunas vivencias y experiencias por considerarlas de interés para mis tres amables lectores.
Identificar los casos de éxito y tomar aquello factible de aplicar puede acortar los tiempos de respuesta en las tareas encomendadas. Esos casos de éxito pueden estar en la propia familia o los vecinos, en alguna comunidad cercana, en municipios, estados o países, tanto en empresas, instituciones u organizaciones.
Oaxaca nos enseñó mucho a los poblanos sobre el mezcal; Veracruz, Colombia y China, hicieron lo mismo con el bambú. El Centro Demostrativo Ajuchitlán, en Guerrero, del Banco de México (FIRA), fue fundamental para impulsar el desarrollo forrajero de la mixteca poblana.
En Chile, aprendimos bases importantes para el cultivo del nogal; Francia, ha aportado la mejor estrategia de asesoría técnica para cuando no hay presupuesto para los servicios técnicos a través de los grupos productivos de validación y transferencia tecnológica, originalmente creados para ganaderos donde se agrupan productores de lo mismo y en reuniones mensuales todos aprenden de todos a partir de experiencias y demostraciones.
Con gran satisfacción hace unos días vi las presentaciones de estancias profesionales internacionales de estudiantes de Ingeniero Agrónomo Zootecnista, en la Universidad Autónoma Chapingo. Ya en 1989, habíamos probado hacer estancias en unidades productivas en lugar de los viajes de estudio con alta tendencia turística que nosotros mismos hicimos. Con base en lo anterior, seguiré insistiendo que las estancias profesionales deben tener relación con problemas de las comunidades y, como destino, aquellos lugares donde ya se haya logrado el mayor desarrollo.
Creo que a Puebla y México les ayudaría mucho, sin demérito de la formación de postgraduados, formar líderes a través de enviar jóvenes del último semestre a hacer estancias cortas de 1 a 3 meses a municipios, estados y países líderes donde ya resolvieron los problemas que aún tenemos.
O hacer como hacen Brasil, Argentina, España, Villadiego, en Guanajuato, y Estados Unidos, con la agricultura de conservación, la cual que aún no hemos logrado entender; o como produce Brasil 1,500 kg de carne bovina por hectárea en pastoreo. O como limpiaron en Zaragoza, el Río Ebro; o en Londres, el Támesis; o el río El Pueblito, en Querétaro; o el río San Antonio, en Texas, y el rio Sena, en Francia.
Y así, para cada uno de los problemas actuales.
Si no vinculamos los contenidos educativos a las necesidades, y si no formamos líderes, las futuras generaciones estarán en gran riesgo.