El asesino de Ximena Guzmán y José Muñoz utilizó una motocicleta en su huida. Lo hizo también el autor material del feminicidio de Cecilia Monzón. En los últimos años, en cada reporte por ataque directo, el común denominador de los sicarios es el uso de motocicletas para huir.

La reforma a la ley de Movilidad para obligar a que los motociclistas porten chalecos y cascos rotulados con el número de placa de su unidad llega en el momento más oportuno.

Sin duda será un cambio poco grato, pero el aumento de este medio de transporte nos obliga a crecer de manera ordenada y con una cultura vial para evitar que circular en Puebla sea tan riesgoso como en la Ciudad de México, donde te aparecen motociclistas ‘de la nada’. 

Como ciudadanos tenemos que entender que la regulación puede incomodarnos, pero debe imponerse el bien común. Establecer nuevas reglas viales es hoy por hoy una necesidad. La realidad nos está rebasando y de no actuar ahora, las consecuencias, en materia de accidentes viales y de aumento en el número de crímenes, será peor. 

Muestra de esta realidad es lo que sucedió ayer por la mañana: tras concluir la entrevista radiofónica que realizamos en Informe 96 a la presidenta del Congreso, Laura Artemisa, para abordar el tema de las reformas a la Ley de Movilidad, Claudia Sheinbaum confirmaba los asesinatos de Ximena Guzmán y José Muñoz, en plena mañanera.

Los cercanos colaboradores de Clara Brugada, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, fueron víctimas de un sujeto que a sangre fría les disparó y los mató en la calzada de Tlalpan, a la altura de la calle Napoleón. Después de caminar unas calles, encontró a su cómplice en una motocicleta, quien lo ayudó a huir.

El reto para los legisladores poblanos será encontrar la fórmula para hacer una ley que sin prohibir ni convertirse en una medida recaudatoria, convenza a los motociclistas, y a la sociedad en general.

Ni más ni menos.

El regalo de Monreal

Ayer en el Congreso de Puebla, los diputados salieron de la sesión con un regalo, se trató del libro “Constitución del Pueblo de México”, junto con una tarjeta “con atentos saludos”.

En la portada se puede leer “edición y prólogo, Ricardo Monreal Ávila”. Es una edición por la cual el Senado pagó 2.8 millones de pesos.

La obra de más de 500 páginas, tiene sólo 19 escritas por el Senador, el resto del contenido es la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con apuntes de las reformas.

Se sabe que el libro es resultado de un trabajo que le encargó a sus alumnos para que investigaran los cambios recientes realizados a la Carta Magna.

Pareciera que el legislador simplemente encontró la manera de firmarse la Constitución y colocar su nombre en la portada de un libro, porque realmente no hay mayor aporte al tema constitucional.

Si su intención era ahondar en las reformas de la Constitución, ¿no sería más funcional colocar un micrositio con las reflexiones? Quienes quisieran consultar la información podrían acceder con mayor facilidad y nos habíamos ahorrado, además de toneladas de papel, 2.8 millones de pesos.

En Puebla conocemos, desde Rafael Moreno Valle, la falsa estrategia de utilizar la publicación de libros, para promover en las portadas a los políticos.

Hay quien recuerda como José López Portillo publicó su novela Quetzalcóatl en 1976, con 600 páginas. Nadie la leyó, pero fue regalada a diputados. Hubo incluso algunos políticos que compraron la obra para quedar bien y tenerla de ornato.

Así, el gen del viejo PRI, mutó en Ricardo Monreal.