El Centro Nacional de las Artes (Cenart) presenta dos funciones de “Novena Sinfonía. Danza contemporánea”, del bailarín y coreógrafo Raúl Tamez, quien se inspiró en la última sinfonía completa que escribió Ludwig van Beethoven para crear una obra coreográfica que busca ser un acto de resistencia poético.

El Teatro de las Artes del Cenart será escenario de esta pieza que será interpretada por 20 bailarines integrantes de La Infinita Compañía. Su creador lo define como un tributo a quienes perdieron la vida por su raza, género, preferencia sexual, religión o ideología política. Las funciones serán el viernes 11 y domingo 13 de diciembre, a las 17:00 horas.

Es un acto poético de justicia para quienes ya no pueden ejercer su voluntad; es el grito de impotencia de los secuestrados, los torturados, los presos políticos, los desaparecidos, los encerrados, los desahuciados, los excluidos, los que mueren de hambre; o los que luchan contra la enfermedad crónica física, o mental”, señala Raúl Tamez, quien cuenta con una maestría en danza por la John Moores Liverpool University.

El coreógrafo recuerda que fue a los 8 años cuando escuchó por primera vez la Novena Sinfonía de Beethoven. “Su intensidad me llevó a las lágrimas y nunca olvidé la violencia del primer movimiento y el camino hacia la esperanza del cuarto. Luego, en una clase de historia del arte, revisité su concepción desde el poema de Schiller y el paso del clasicismo al romanticismo. La sordera de Beethoven y su genio que revolucionó la música. Sin lugar a duda la Novena Sinfonía me parece una obra sanadora. No eres el mismo después de escucharla”.

Raúl Tamez, quien fue ganador del Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga en 2016, indica que hacer esta obra es un sueño que tenía desde hace muchos años, cuando comenzó su formación como coreógrafo. Fue hasta ahora, que cuenta con más experiencia, que se animó a realizarla: “Esperé todo este tiempo para adquirir un lenguaje propio y cierta madurez creativa. Ahora me siento listo para dirigir a 20 extraordinarios bailarines y ofrecer una propuesta monumental”.

Tamez destaca que en su propuesta coreográfica se respeta la versión original de la música del llamado genio de Bonn. La pista utilizada en la coreografía es la que fue dirigida por Herbert von Karajan (1908-1989), que fue uno de los más destacados directores de orquesta de la historia.

En escena, el público verá representado un campo de concentración donde las víctimas, custodiadas por cuatro verdugos, encuentran un modo de burlar el sistema y luchar por la libertad y la esperanza.

A lo largo de la interpretación se vive un misterio de la esperanza que emana de estos lugares vulnerables, en los cuales se aprecian los coros corporales que se unen en un latir constante que traspasa muros y prohibiciones. El vestuario de los ejecutantes es atemporal y retrata a víctimas desde el minimalismo y a verdugos desde el empoderamiento y los sistemas hegemónicos.