Vaya escándalo el que dejó cimbrada al gobierno de Lorena Cuéllar Cisneros, luego de hacerse pública la salida de la activista Yeny Charrez Carlos, al frente del Centro de Justicia para las Mujeres, en medio de señalamientos de su presunta renuncia al cargo.
Mientras Yeny Charrez negó que renunciara, el estado se encargó de afirmar que dejaba el puesto por voluntad propia, lo que aumentó la tensión al imponerse las acusaciones mutuas por falsear declaraciones.
Al ya tan indignante fuego cruzado, habrá que sumar el detonante para que el estado movilizara la aplanadora contra la activista: conocer el destino de recursos etiquetados a favor de las mujeres.
Es más, recriminó que los fondos no se habrían utilizado para el Centro de Justicia para las Mujeres.
“Piensa mal y acertarás”, dice el adagio, y cabe “como anillo al dedo” en este caso, pues más valdría para el gobierno estatal aclarar la versión de activista, y no centrar sus “baterías” en temas laborales como un “despido”.
O qué, ¿vamos a seguir diciendo que en Tlaxcala no pasa nada? (LS)
Crisis en Xicohtzinco se niega a extinguirse
A más de un año de los conflictos poselectorales en el municipio de Xicohtzinco, la zona permanece con altos índices de ingobernabilidad, en gran parte por los mínimos esfuerzos del gobierno estatal y el Congreso para darle solución a todas las partes involucradas.
Incluso, ahora que el alcalde, Luis Ángel Barroso Ramírez, se ha sumado a las filas de Morena, no se ve claro cómo impedir que las facciones desistan en los intentos por imponer su ley.
Y como muestra, el reciente caso de la visita del diputado federal, Carlos Augusto Pérez Hernández, a Zacatelco para “informar” a los pobladores acerca de la reforma electoral.
Justo ahí vecinos de Xicohtzinco aprovecharon para reclamarle proteger al alcalde, a quien acusaron de asesino.
Es más, recordaron a gritos que ya van dos muertos por la ingobernabilidad que se vive, aunque eso sí, el legislador se “lavó las manos” sólo para decir que los podría atender en su oficina de enlace.
Así el deslinde político y la hipocresía social de la mentada Cuarta Transformación en Tlaxcala, una vergüenza. (LS)