Tal como se preveía, la jornada electoral para elegir jueces y magistrados resultó ser un fracaso anunciado. La escasa participación ciudadana y las múltiples formas de protesta que ciudadanos y ciudadanas expresaron en las boletas así lo evidencian.

Pese a los esfuerzos de la dirigencia de Morena en Tlaxcala y del aparato gubernamental por movilizar al electorado —incluyendo la distribución de los conocidos "acordeones" para inducir el voto—, la afluencia fue mínima. Es probable que los números finales no sean suficientes para rendirle buenas cuentas a la presidenta Claudia Sheinbaum.

Más allá de las urnas vacías, muchos de los votantes que sí acudieron aprovecharon la exigencia de evidencias (como fotos del voto) impuesta a quienes fueron coaccionados, para manifestar su rechazo tanto a la reforma judicial como al gobierno de Lorena Cuéllar.

Las redes sociales se llenaron de imágenes de boletas anuladas con mensajes de protesta, denunciando lo que desde hace semanas se sospechaba: que desde diversas dependencias gubernamentales se presionó a los trabajadores para participar en la elección y votar por los perfiles previamente avalados por la mandataria estatal.

Sin duda, esta jornada reflejó el creciente descontento social, la falta de información sobre el proceso judicial y la permanencia de viejas prácticas de manipulación electoral —el llamado "mapacheo"—, que los gobiernos de Morena prometieron erradicar, pero que, en la práctica, continúan aplicando con vigor.