Una de las estampas más dolorosas de El Salvador, es el patrono de La Luz, El Alto, Los Sapos y por supuesto, Analco. Traída a Puebla por don Juan de Palafox y Mendoza hace casi 400 años, el misticismo y la creciente devoción es su cualidad.

Tallada en madera, en comparación con el resto de las que participarán el viernes 22, el Padre Jesús de Analco fue proveído de goznes, es decir, de articulaciones flexibles que permiten vestirlo, crucificarlo y hasta colocarlo en una urna con Santo Entierro, de ahí que en su templo descanse (por ahora) de la pesada cruz.

Por sus rasgos indígenas la gente lo hizo muy suyo, se trata de un culto y veneración que data del siglo XVIII, una de las primeras imágenes católicas en la ciudad.

En 1649 llegó a Puebla; cuenta la leyenda que fueron campesinos indígenas quienes resguardaron en sus chozas esta imagen, no se sabe dónde fue construida ni por quién, sólo que la trajo el obispo don Juan de Palafox y Mendoza.

El peso del también conocido Señor de las Tres Caídas no es mayor a 70 kilos, aunque con la base colocada y las andas alcanza los 400. Porteado por más de 100 personas de los barrios aledaños a Analco (en náhuatl "al otro lado del río"), en turnos de diez hombres será como comience su trayectoria rumbo a la catedral.

El hogar del señor

Respecto al refugio donde actualmente se ubica esta figura cheque también estos detalles:

Cuando la ciudad se fundó, contingentes de indígenas de los alrededores fueron traídos para que auxiliaran a la comunidad de españoles a la edificación de la Nueva España.

Vinieron de Tlaxcala y Cholula a un campamento "del otro lado del río". Tanto tiempo tomó la construcción que los padres murieron y heredaron a sus hijos la labor.

Fue entonces como ellos conformaron un populoso barrio que tenía una ermita dedicada a las Benditas Ánimas del Purgatorio, y gracias a la colaboración de un comerciante se edificó un templo más grande encomendado al Santo Ángel Custodio.

El Padre Jesús de Analco estaba colocado en el centro de un retablo muy antiguo, tallado en color dorado, con una vestidura de terciopelo color morado; el peso de la cruz sobre su hombro hizo que cayera, lo cual aumentó el fervor de las personas.

De acuerdo con el sacristán, este templo no sólo es visitado por amas de casa y adultos mayores: "también hay adolescentes quienes con rasgos de pandilleros se sientan un rato y luego se van; contados llegan a prenderle una vela, pero lo hacen".

El Padre Jesús de Analco o Señor de las Tres Caídas, llámele como usted quiera, el caso es que entre la gente cercana a Analco ha surgido ‚Äîy que conste, no de ahora, sino de hace siglos un misterioso y celestial fervor‚Äî, si en casa las cosas van mal, visítelo.   Los testimonios

En un santuario como los cinco que forman parte de este serial, no todos los devotos se prestan para compartir algún favor, sin embargo, en el caso de la familia de Juan, "servirá para que la gente que no cree le pida, estábamos muy mal".

La aparición de Juan

Abuela, madre y padre llegaron a dar gracias. Cleotilde Palacios tiene un negocio de comida corrida, hace ocho meses fue asaltada por tres sujetos en su lugar de trabajo; le robaron no sólo efectivo, lo extraño es que también las cazuelas con comida.

Justo cuando levantó la denuncia, uno de los vecinos le suplicó no hacerlo, su hijo estaba involucrado, sin embargo, ya fue muy tarde. Y es que para sorpresa de la familia atracada, otro de los integrantes del trío de asaltantes era su hijo y a la vez nieto.

"Venían con cachuchas, no les noté el rostro, cuando uno de ellos dijo: esto es un asalto, observé que usaban pasamontañas, y la voz de uno me pareció conocida, pero jamás pensé que mi nieto también estuviera involucrado en este delito y sigo sin creer."

Los menores de edad no fueron trasladados al reclusorio, "pero fueron a dar ahí donde tienen a los chavos rebeldes". Y no fue todo, luego de retirar la denuncia, los padres descubrieron además que su hijo consumía drogas; meses después cayó en una fuerte depresión que lo llevó a una sobredosis a la cual no pudo sobrevivir.

Desconsolados la familia empezó a desintegrarse, "nos echábamos la bolita por todo, la abuela por consentida, el papá por estricto y yo por descuido", explicó Agustina Solís Palacios. Total que una noche llegó Faustino Camarillo, no con copas, sino botellas de más, como un energúmeno, y subió a la azotea de la vecindad.

Creyeron que se suicidaría; su hijo Juan Camarillo Palacios (QEPD) se pasaba ahí horas: "otra vez se armó el pleito y mientras nosotras discutíamos él señaló con su dedo una luz, y era él. No sólo lo vio su padre, también nosotras y no estábamos borrachas".

Por sus cómplices que fueron a disculparse se enteraron que iba a la iglesia del Santo Ángel Custodio (Analco, pues), desde entonces cada sábado de cada 12 de abril encienden veladoras y en esta ocasión llevaron a bendecir una cruz unidos como antes.   "No se perdió todo"

Con la lluvia en sus ojos, Alma Rosa señaló que ha pedido mucho; uno de los milagros que le concedió fue "cuando iban a cortarle un pie a mi hermano que tiene diabetes, estaba tan desesperado por temor a perderlo que al final se lo cortaron.

"Pero no fue todo, el problema avanzó y luego fue el otro. Ya cuando dejamos de creer en todo, vine a esta iglesia y el Padre Jesús nos dio la conformidad, fue algo como la novela que pasan en el 10, tuvimos una paz que hasta hoy sigue viva; también le pido por mis hijos, que me los proteja y nunca los deje solos".