Quince días después otro sentimiento negativo invade al Real Madrid. Ha pasado de la tristeza a la desesperación. No presentó respuesta a la emboscada que le planteó el Sevilla y ya está a ocho puntos del Barcelona. Ni en sus peores sueños. 

Este Real Madrid no es ni la sombra del campeón de la Liga BBVA. Se le planteó un partido abierto en el Pizjuán, agresivo, rápido, con alternativas, bronco. Un escenario en el que se suele encontrar cómodo, pero ninguno de sus jugadores dio la talla, aunque ocasiones tuvieron para sacar un mejor resultado.

Demostró Casillas en la primera jugada que el Real Madrid llegaba atolondrado. Concedió un rechace en un balón fácil y la jugada acabó en córner. Y en la estrategia volvió a pecar el equipo blanco, tercer gol que encaja así en cuatro jornadas. La puso Rakitic en el corazón del área, por donde apareció Trochowski delante de un Di María que le persiguió con la mirada. Un tanto que permitió que el Sánchez Pizjuán se contagiara del trepidante ritmo que quiso imponer el Sevilla. Un ritmo infernal que se mantuvo durante los noventa minutos.

Fue un partido de balón dividido, de pocas triangulaciones, de fuerza, de intensidad. Un paisaje en el que los equipos de José Mourinho se mueven de maravilla, y no tanto los de Míchel. Pero el Sevilla aguantó de pie las embestidas blancas y contó con contragolpes peligrosos que no supo rematar. 

Con Maduro y Medel firmes y tapando todos los huecos por delante de los centrales, el recurso principal era la banda derecha, donde corrían un Cicinho incansable y un Jesús Navas que fue un puñal. Pero tenía más recursos el equipo de Míchel, como el juego aéreo para Negredo o el pase en corto de Trochowski y Rakitic.

Así que se desquició el Real Madrid. Una tángana entre Higuaín y Navarro hacía presagiar lo peor. El argentino gozó de las mejores ocasiones, pero no consiguió alargar su gran inicio de temporada. Özil, Xabi Alonso y Di María estaban anulados, lo mismo que un tímido Marcelo. 

El más activo era el más triste, Cristiano Ronaldo. Antes del descanso Di María debió ser expulsado por patear a Rakitic. Otro motivo para que Mourinho le quitara junto a Özil para dar entrada a Modric y Benzema. Con la presencia del croata encontró algo de oxígeno el Real Madrid y le duró más el balón. Un zapatazo suyo lo repelió el poste tras tocar lo justo Palop. Sergio Ramos también se topó con el larguero y Fernando Navarro desvió un remate de Higuaín. Más ocasiones en el área sevillista que en la de Casillas, pero no se movió el resultado. Un resultado dramático para el Real Madrid.