Ha concluido la primera cuarta parte de las campañas y un foco rojo comienza a titilar en los cuartos de guerra, de los principales candidatos de las dos coaliciones.

Lalo Rivera, Mario Riestra, Alejandro Armenta y Pepe Chedraui, por increíble que parezca, comparten el mismo mal: un exceso de voceros y voceras.

Cuando se anunció que cada uno de los equipos presentaría a sus ejércitos, uno esperaba que cada integrante de las vocerías tuviera perfectamente claro cuáles son los ejes de la campaña y el mensaje particular y general que tenían que enviar. Sin embargo, en la práctica las cosas no son así.

En poco más de dos semanas hemos visto que los voceros son la parte oscura e innecesaria de estas campañas. Ni Lalo ni Armenta, como tampoco Mario ni Pepe necesitan de una decena de personajes que lejos de posicionar un mensaje terminen por dinamitar las ideas principales de los candidatos.

Pareciera que la estrategia de los aspirantes de ser inclusivos y llevar a todos los grupos a puestos como las vocerías terminará por causar el efecto contrario.

¿Qué declaración puntual y trascendental ha posicionado cualquiera de las o los voceros de ambas coaliciones?

A la fecha lo que hemos escuchado son descalificaciones, refritos y ataques con balas de salva.

Tampoco han sido útiles -ellas y ellos- para “defender” a sus respectivos líderes, por el contrario, en ambos frentes han tenido que salir los propios candidatos a corregirle la plana a sus propios voceros, como si los candidatos no tuvieran suficiente tarea con tratar de convencer a la ciudadanía de que tienen las mejores ofertas para Puebla capital y el estado. ¡Vaya ironía!

En otras ocasiones, los voceros, lejos de aplicar una estrategia adecuada han preferido salir a revivir temas incómodos para sus propios jefes.

Prometer “pruebas” sólo si gana un candidato y asegurando, sin más sustento que sus endebles palabras, que las acusaciones del bando contrario son fake news, es similar a tratar de apagar el fuego con gasolina.

Ni más ni menos.

493 años de Puebla

La celebración de la ciudad de los Ángeles es motivo para disfrutar de sus calles, recorrer su zona de monumentos o visitar cualquiera de las iglesias que hacen tan especial a la Angelópolis.

Sea pues este 16 de abril, una fecha lo suficientemente fuerte para dejar a un lado las diferencias partidistas y apostarnos por mejorar esta gran ciudad.