En México y en Puebla es muy difícil, casi imposible, que los gobernantes tengan la sensibilidad para escuchar a sus asesores y a los ciudadanos.

El retiro, casi de manera inmediata, de los reductores de velocidad en la Vía Atlixcáyotl refleja una faceta de Sergio Salomón que podrían replicar los nuevos mandatarios, principalmente aquellos que durante los próximos tres años llevarán las riendas de los municipios.

Escuchar al ciudadano común y atender sus argumentos es un rasgo que pocas veces veremos en nuestras autoridades, por el contrario, muchos asesores afirman que retractarse puede ser sinónimo de debilidad, cuando realmente se trata de una acción que requiere mucha madurez política y deshacerse de la tentación del autoritarismo.

Por ejemplo, la gestión de la pandemia en México, a manos de López Gatell fue todo un desastre. Negarse a las pruebas masivas o a reconocer la importancia del uso obligatorio del cubrebocas, generó que nuestro país fuera el que peor atendió el COVID.

Regresando a lo local, no es la primera ocasión en que Salomón rectifica e incluso se disculpa por alguna decisión errática. Es de los pocos mandatarios que han tenido la capacidad de escuchar, atender y corregir las acciones que pueden ser perfectibles.

En la historia de Puebla, por los perfiles, quizá podríamos encontrar algunas acciones de Tony Gali o de Melquiades Morales, pero en general, el autoritarismo, la cerrazón y hasta la necedad es parte de los gobernantes en general.

Una gripe que nos hace sudar

La confirmación de la OMS sobre el primer humano que muere por gripe aviar enciende las alarmas.

Aunque la Organización Mundial de la Salud aclaró que el riesgo actual para la población de contraer este virus es bajo; el hecho de que la primera defunción se detectara en nuestro país nos obliga a preguntarnos, ¿Cuándo informarán las autoridades federales sobre temas como la prevención, síntomas o riesgos?

El antecedente pandémico que tenemos, el del COVID, no es un ejemplo que nos permita sentirnos protegidos.

Vivimos en carne propia que antes que doblegar su arrogancia, las autoridades federales fueron capaces de mantener políticas sanitarias equivocadas, apostando a una “inmunidad de rebaño”, que demostraron su falta de humanismo con los fríos números del “exceso de mortalidad” en cada “pico” de la pandemia.

Ni más ni menos.