En una más de sus sorprendentes ideas, Andrés Manuel confesó ayer que su iniciativa para reformar al Poder Judicial tiene fallas y que “se le fue una”.
Además de darle permiso a sus diputados, por no decir que lanzó el hueso para que más de un legislador acomedido proponga el cambio que él quiere, López Obrador soslayó los años y la experiencia de quienes han realizado una carrera judicial.
Proponer que se retiren los 5 años de experiencia para que alguien pueda ser magistrado o juez, para darle paso a personas recién egresadas es una auténtica aberración.
Sin duda, quienes estén concluyendo sus estudios tendrán muchas ganas y entusiasmo y llegarán muy frescos de ideas, pero esas “virtudes” difícilmente suplirán los conocimientos, la sensibilidad y hasta el olfato que se adquiere con los años y que se necesita para impartir justicia.
Llevemos la propuesta a una situación médica. Si usted tuviera que decidir entre un médico muy entusiasta que recientemente obtuvo su cédula profesional y uno con 5 años de experiencia, que ha realizado el procedimiento que requiere unas 100 veces, ¿cuál elegiría como su cirujano?
La respuesta es obvia, clara y hasta puede parecer ociosa.
Sin duda, nuestro sistema de justicia tiene carencias. Gente inocente presa, delincuentes libres, son sólo algunos de los temas que manchan la justicia mexicana.
Sin embargo, ninguno de estos problemas tiene que ver con la capacidad de nuestros actuales jueces y magistrados federales.
¿Un abogado que ha litigado uno o dos casos será el idóneo para convertirse en magistrado y con ello ser pilar del Poder Judicial?
La experiencia y principalmente la carrera judicial permite que quienes lleguen a las magistraturas o sean jueces, conozcan todo el ecosistema jurídico, además de la compleja jurisprudencia nacional, entre otras muchas áreas de las que un recién egresado es un auténtico ignorante, condición que no desaparece con un curso como sugirió el presidente.
Quienes pasamos por las aulas de la carrera de Derecho y obtuvimos un título, sabemos perfectamente que ese papel no nos capacita para sentarnos ni por un minuto en la silla de un juzgador.
La mapachería judicial
Además de la incongruencia de retirar el requisito de la experiencia, la propuesta de elegir a los jueces y magistrados por el voto popular es altamente riesgosa, se trata de una puerta abierta a que los candidatos sean apuntalados políticamente por partidos rompiendo con ello la división de Poderes.
Así, en lugar de seguirse preparando o de generar sentencias que impartan justicia, los aspirantes a un puesto en el Poder Judicial estarán más preocupados por “caer bien”, por realizar videos para el tiktok y hasta aprender mañas electorales como la mapachería o el embarazo de urnas, para amarrar su futuro empleo.
Y algo más grave, los aspirantes también estarán en la tentación de ser respaldados económicamente por el crimen organizado. ¿Eso es lo que quiere López Obrador?