El Teatro Aira presenta la obra Cabaret Mongólico, una propuesta que va más allá de los sentidos y refleja los problemas que aquejan a la sociedad de hoy.

Para Rodolfo Pineda, director de Cabaret Mongólico, la puesta en escena transgrede la visión de lo que hoy conocemos como televisión; tiene un carácter crítico y sobretodo busca una gran interacción con el público, al grado de que el espectador llega a compartir “queso, pan y vino” con los actores.

Para nosotros es importante que el público participe, de ahí que éstos transitarán a través de la obra en diversas disciplinas escénicas que van desde el canto, la poesía hasta la danza y el apoyo multimedia.”

Caberet Mongólico narra la historia de un matrimonio con capacidades diferentes; “pocas veces se trata esto tan directamente y esta es una oportunidad para ver y presenciar como los protagonistas son dos personas que tienen síndrome de Down y que de mala manera mala los llaman ‘mongoles’.

”Dicha pareja se encuentra encerrada en el negocio de la televisión mexicana y viven en un eterno reality show, por lo que toda su vida gira en torno a esto haciendo lo que harían todos los días, solo que frente a las cámaras; a su vez, estas dos personas tienen que compartir sus sueños, deseos y anhelos de su vida marital.

”Para beneplácito o no de ellos, la gente los ve y conviven mediante este juego con ellos, en un espectáculo interminable que los hace morir y vivir ante la cámara y la audiencia.”

En la obra podrá verse también cómo los directivos de la televisora aprovechan todo lo que esta pareja diferente despierta para mantener así su rating, por lo que los hace firmar una especie de pacto fáustico que comercialmente se llama “contrato de por vida”, donde la exclusividad está presente todo el tiempo.

Una puesta diferente, que cuestiona, divertida y lúdica, sin censura, es la que ofrece en esta temporada Cabaret Mongólico, la cual cuenta con las actuaciones de Jazmín Lizbeth Gutiérrez, Ana Cristina Hernández, Beatriz Herrera, Gabriel Huítzil y Edgar Mendoza.

La producción es de Beatriz Herrera, el vestuario de Martín Luna, los apoyos multimedia de Patricia Rojas, apoyo técnico de Jhoel Hazeim, así como la dramaturgia y la dirección de Rodolfo Pineda.