En un comunicado, el INAH detalló que dicho depósito localizado en las proximidades de un horno prehispánico para la fundición de cobre, que debió funcionar entre los años 900 y 1200 de nuestra Era, puede ser una ofrenda que acompañó a un personaje importante del lugar, enterrado entre 1100-1300 d.C.
Señaló que en lo que hoy es el sitio arqueológico Cerro del Teúl, en el sur de Zacatecas, hace 900 años se dispuso una rica ofrenda mortuoria compuesta por 540 caracoles, 101 placas y 12 cuentas de concha, tres cuentas de piedra verde, un cascabel y dos pinzas de cobre, entre otros elementos, para acompañar el cuerpo inerte de un personaje importante del lugar.
El hallazgo del entierro se registró cuando miembros del Proyecto Arqueológico Cerro del Teúl extendieron una excavación al norte del área conocida como la Terraza de los Techos Quemados, ahí detectaron los restos de una estructura arquitectónica, probablemente una plataforma, que data de 1200-1300 d.C. El depósito funerario se ubicó en un relleno sobre el que se desplanta dicha estructura.
Al respecto, el arqueólogo Enrique Pérez Cortés indicó que cuando se realizó el enterramiento, el Cerro del Teúl debió tener contacto comercial y cultural con otros sitios del Occidente de la denominada Red Aztatlán, particularmente de la Cuenca de Sayula, Jalisco, como Tuxcacuesco; y Amapa, en Nayarit.
En sitios de esa área “se han reportado entierros similares al que encontramos hace poco en el Cerro del Teúl. Debido al mal estado de conservación del esqueleto del personaje, sólo recuperamos el cráneo, restos de la pelvis y de huesos largos; por la forma en que se hallaron dispuestos, es probable que originalmente el cuerpo haya sido colocado de forma sedente (sentado)”.
“Abajo del cráneo, entre la mandíbula, se hallaron un par de pinzas de cobre. Suponemos que las pinzas debieron colgar del pecho del individuo y terminaron entre los maxilares, tras la desintegración del cuerpo.
“Lo interesante es que este objeto —que denotaba estatus—, está referido por ejemplo en el manuscrito Relación de Michoacán, en donde se observa que lo porta un sacerdote”, detalló el investigador del INAH.
Aunque este dato historiográfico no es suficiente para determinar si los restos óseos localizados en el Cerro del Teúl, pertenecieron a un sacerdote o a un gobernante del sitio, los especialistas refieren que sin duda se trató de un personaje de la élite.
Las pinzas de cobre (de aproximadamente 8 centímetros) son muy similares a otras que forman parte de la colección del Museo Regional de Guadalajara, en Jalisco, y prácticamente idénticas a un ejemplar recuperado en la localidad nayarita de Amapa, en los años 70.
Enrique Pérez Cortés explicó que las labores arqueológicas se prolongaron varias semanas debido al registro minucioso que el contexto requería; los objetos estaban colocados unos sobre otros, de modo que la excavación tuvo que hacerse en 10 niveles, a raíz de ello fue posible comprender que gran parte de los materiales, sobre todo los caracoles y las placas de concha, integraron un sartal y un mosaico, con los cuales se vistió al personaje para enterrarlo.
En este sentido, la restauradora Mariela Carrillo señaló que cada uno de los 540 pequeños caracoles hallados en la ofrenda, tienen una perforación, lo que indica que debieron estar cosidos formando tal vez un sartal.
En tanto, las 101 placas de concha (cuadrangulares y rectangulares) conformaron un mosaico, y al parecer estuvieron adheridas a un soporte.
Pérez Cortés abundó que el diseño de dicho mosaico, que posiblemente cubrió la espalda del individuo enterrado, se basó en un cuadrado formado de grandes placas de concha, en cuyo centro había láminas de concha más pequeñas y cuentas de piedra verde; las orillas estaban rematadas por otras placas delgadas.
El ajuar se complementa con 12 aretes de concha con perforación al centro, una cuenta de piedra blanca, una muela que no perteneció al individuo enterrado, y varias concentraciones de fibra que deberán ser analizadas.
También, a la altura de las rodillas del personaje, estaba colocado un cuenco con diseños esgrafiados.
Asimismo, cerca de los restos óseos y la ofrenda, en el mismo pozo de sondeo, se hallaron dos cráneos aislados y huesos largos, también de la época prehispánica.
Pérez Cortés comentó que la riqueza de este ajuar y el hallazgo en sí, confirman que el Cerro del Teúl tuvo una estrecha relación con los sitios de la Red Aztatlán, y que de alguna manera explotaba los recursos minerales de lo que hoy es Tierra Adentro, y que eran necesarios para la fundición de los metales; por ejemplo, en Zacatecas está la zona estannífera más grande del país, siendo el estaño un metal importante para la aleación con el cobre.
“Cada sitio de la Red Aztatlán tenía un recurso para intercambio, es probable que en Cerro del Teúl se aprovecharan los recursos minerales de Tierra Adentro, que fueron tan necesarios para los sitios de la costa, se trata de una tesis que ha propuesto la investigadora Dorothy Hosler, especialista en Arqueología y Tecnología Antigua”, concluyó el investigador del INAH.
NTX/NMN/AQF/NFOTO