En entrevista con Notimex, Guillermo Mateos, chef del instituto Gastronómico Aspic, consideró que las ofrendas para el día de muertos son una costumbre que hasta el siglo pasado se veía olvidada, sin embargo, actualmente se ha retomado aceptablemente.
En conmemoración al Día de Muertos, que honra a los difuntos el 1 y 2 de noviembre, los mexicanos montan altares para recordar a sus difuntos con guisados y productos que en vida disfrutaron. “Es parte de este rito, además, colocar en los altares el pan de muerto; un elemento que surgió de una fusión de tradiciones, tanto de la cocina prehispánica como española”, señaló.
Originalmente en España, el Día de Muertos, comentó, era una celebración que consistía en hacer una comida que culminaba con la repartición de pan a la gente de más escasos recursos.
En este país europeo, a dicho alimento, continuó, se le llamaba “pan de ánimas”, mientras que en México originalmente la tradición era hacer ofrendas dedicadas a los dioses más que a los difuntos.
En este sentido, detalló que una de las ofrendas más simbólicas en el mundo prehispánico era el consagrar el corazón de una doncella que se sacrificaba para extraerle el órgano, y posteriormente ser recubierto con un poco de amaranto para ser repartido entre las personas de mayor jerarquía.
A la llegada de los españoles a tierras americanas, éstos buscaron modificar la tradición y sustituyeron el corazón humano con un pan en forma de corazón y lo recubrieron con azúcar de color rojo, a partir de este momento, dijo, se comenzó a expandir la costumbre de utilizar el pan de muerto en las ofrendas.
Destacó que con el tiempo este alimento fue conformando parte esencial del tradicional Altar de Muertos en México y surgieron con el paso del tiempo nuevas formas para hacerlo.
Las variantes fueron surgiendo a raíz de los usos y costumbres de cada comunidad del país. Actualmente hay panes con figuras de animales, plantas, y hasta diseñados con la figura de niños, además del tradicional que es un biscocho que está decorado al centro con una pequeña esfera que sobresale, representando una calavera, y cuatro camillas que significan los cuatro miembros del cuerpo humano.
Añadió que por lo general al pan se le agrega azar ya que son aromas que se asocian con el culto a los muertos.
Finalmente, consideró que “es importante que no se pierda esta tradición en los hogares mexicanos, pues es interesante que continúe la celebración para dar una herencia cultural a las nuevas generaciones”.