En su segunda temporada exitosa, el actor y cantante Mario Iván Martínez triunfa ampliamente con Diario de un loco, el monólogo que presenta todos los lunes a las 20:30 horas en el Foro Cultural Chapultepec, en la ciudad de México.
Con la producción de su madre, la primera actriz Margarita Isabel, y la dirección y traducción de Luly Rede, la puesta cuenta con la música original de Omar González, la iluminación de Matías Gorlero, la escenografía de Edyta Rzewuska y el vestuario diseñado por el propio Mario Iván.
Diario de un loco en su primera temporada inició el pasado 8 de octubre en el Centro Cultural Helénico, y a finales del pasado enero se presenta en el Foro Cultural Chapultepec, donde cada lunes Iván es ovacionado de pie por su magistral interpretación.
Se debe recordar que esta obra fue la consagración de Carlos Ancira como primer actor, bajo la dirección —en esa época— de Alejandro Jodorowsky. Ahora, a 25 años de la muerte de Ancira, toma el timón del barco uno de los actores más comprometidos de México.
De la gran obra de teatro habló Mario Iván Martínez en exclusiva a Intolerancia Diario.
“Durante 16 años consecutivos el maestro Carlos Ancira interpretó al personaje de Aksenti Ivánovich, protagonista del relato clásico escrito por Nikolái Gógol; ahora un servidor tiene los retos evidentes en el escenario desde interpretar una canción de cuna en ruso hasta raparse la cabeza para lucir las características físicas que el personaje requiere.”
Es importante resaltar que el actor para dar vida al personaje tuvo el apoyo del doctor Horacio Reza, quien lo ayudo a conversar con pacientes que sufren de distintas patologías mentales.
La historia fue escrita entre los años 1834-1842, a pesar de ser de la Rusia del siglo XIX, el monólogo es vigente en cualquier país por temas como la diferencia de clases sociales y económicas.
Diario de un loco tiene como resultado una actuación entrañable, conmovedora y llena de matices y mosaicos con elementos que van desde la risa, sátira, ternura, compasión, hasta la reflexión de cómo un hombre pierde la razón; el resultado de esta locura son las humillaciones laborales, la división de clases y, por si fuera poco, ver que la mujer que ama nunca le corresponderá.
El monólogo de casi dos horas explora abiertamente diferentes momentos de crisis a lo que cualquier persona se puede enfrentar en su vida, en una tragicomedia que tiene como escenario la recreación de una cárcel, oficina y habitación en un mismo lugar, y es que con esto el actor transporta al público a muchos más lugares, haciendo que imaginen con los pocos elementos base y que vayan más allá de su imaginación apoyándose de la música, la iluminación y cualquier accesorio u objeto que pasa de ser algo común a algo trascendental.