Sobre Villa se ha escrito mucho pero no de la forma como lo hace magistralmente Palou. La narración en primera persona provoca que el lector escuche al propio General quien cuenta su vicisitudes, narra la consecuencia de las decisiones que tomó a lo largo de sus 45 años de vida, así como su dedicación y empeño en la hacienda de Canutillo, su cariño a los caballos, el odio a los americanos y las relaciones con sus mujeres desde su madre, su hermana Martina hasta Austreberta Rentería, Betita.
Es así que se puede leer: “… pues hubiera querido darles más y hacerlas sufrir menos. Ninguna podría decir que no la quise: de verdad, cómo las amaba.”
A lo largo de la ardua investigación que hizo el autor, comenta que se encontró con “un Villa de carne y hueso, lleno de amores, rencores e ideales”, el lector se asombrará al descubrir que detrás del gran estratega militar estaba el hombre que “leía, era abstemio”, creía en la educación, admiraba a Francisco I. Madero por quien lloró al enterarse del cómo murió y de su profundo amor y respeto por la mujer. En “No me dejen morir así” se conoce la visión que tenía del mundo femenino.
En estos sus “recuerdos póstumos” Pancho Villa reflexiona, “evalúa, nunca arrepentido”, sobre su historia personal, que fue un huir constantemente.
Pedro Ángel Palou (Puebla, 1966), es un autor multifacético, sus recientes obras han estado dedicadas a la novela histórica, su trilogía sobre Zapata, Morelos y Cuauhtémoc, así como su libro sobre Porfirio Díaz, Pobre patria mía, forman ya parte sustancial del renacimiento de la novela histórica mexicana. Actualmente vive en Estados Unidos y combina el oficio de escribir con la academia.