Autor de obras universales como Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera o El coronel no tiene quien le escriba, el escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, fue una de las más lamentables pérdidas literarias de 2014.

El llamado “padre del realismo mágico”, quien hizo de contar historias su mejor herramienta, creador de personajes entrañables y poseedor del don de hacer buenos amigos, Gabo, como se le conocía, nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca (Colombia).

En ese lugar del Caribe colombiano que, se ha dicho, “renace una y mil veces bajo el nombre de Macondo gracias a la extraordinaria capacidad fabuladora de su creador”, el escritor creció a la sombra de sus abuelos, quienes influyeron en su futuro literario con sus historias, fábulas y leyendas, creando un mundo que lo formó y en el que siempre vivió.

Su primer acercamiento a las letras lo tuvo al encontrar un libro viejo y maltrecho de Las mil y una noches, comenzando así una intensa y prolífica relación con la literatura, que pareció abandonar en 2004, cuando publicó el libro Memorias de mis putas tristes, y cuando él mismo dijo que ya no escribía porque, al parecer, ya no se concentraba lo suficiente.

Según sus biógrafos, sus primeros estudios los hizo en el Colegio Montessori de Aracataca; también fue interno del Colegio San José en Barranquilla, y del Liceo Nacional de Zipaquirá, época en la que comenzó a escribir sonetos y poemas.

Luego estudió Derecho, pero la publicación de algunos de sus cuentos en diarios colombianos lo llevó a decidirse por el periodismo, primero, y por la literatura, después, actividades que le valieron grandes reconocimientos y una presencia universal en las letras de habla hispana.

Hacia 1955, García Márquez fue corresponsal del diario El Espectador; luego estuvo en Ginebra, París, Roma, Checoslovaquia, Polonia, Rusia y Ucrania, mientras daba forma a su libro El coronel no tiene quien le escriba.

Se cuenta que en la capital de Francia tuvo que recoger botellas, revistas y periódicos para ganarse unos cuantos francos que le permitieran subsistir.

De acuerdo con una biografía publicada por la cadena BBC, en ocasión de alguno de sus aniversarios, tras su paso por Europa, García Márquez radicó un tiempo en Caracas (Venezuela); se casó con su novia Mercedes Barcha, y en Bogotá contribuyó en la formación de la agencia cubana Prensa Latina.

También vivió en Nueva York y, finalmente, en México, país que lo acogió como suyo y al que Gabo adoptó como su segunda patria y donde, se dice, escribió Cien años de soledad (1967), considerada su obra maestra, pasaporte al Premio Nobel y a la universalidad.

Sobre su obra, el propio literato llegó a declarar que el parte aguas de su carrera fue la revista Mito, bajo la dirección de Jorge Gaitán Durán (1924-1962), en la que publicó un capítulo de La hojarasca, el Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo (1955) y El coronel no tiene quien le escriba (1961).

En esa época, desarrolló a la par trabajo periodístico y literario; destaca una recopilación de artículos periodísticos: Textos costeños (1981) y Entre cachacos (1983), y reportajes novelados como Relato de un náufrago (1970) y Noticia de un secuestro (1996).

García Márquez también expresó su gusto por el cine, como guionista o adaptador del texto literario de varias películas, entre las más recordadas figuran El gallo de oro (1963-64), basado en el cuento homónimo del escritor mexicano Juan Rulfo (1918-1986). Este trabajo lo realizó al lado de Carlos Fuentes (1928-2012), gracias al cual entabló una estrecha amistad con el autor de La región más transparente.

Su consagración como escritor se dio con la publicación de Cien años de soledad (1967), una de las novelas más importantes de la literatura universal del siglo XX, la más leída y admirada de su colección.

Para el escritor peruano Mario Vargas Llosa, Cien años de soledad es “un terremoto literario en América Latina. La crítica reconoció en ella una obra maestra y el público refrendó este juicio agotando desde entonces, sistemáticamente, las reediciones, que, en algún momento, alcanzaron el ritmo asombroso de una por semana”, da cuenta un texto publicado en la página electrónica literatura.us.

Para el escritor y crítico literario Gerald Martin, esta pieza “es un punto de referencia para casi todo el mundo; una novela sobre el desarrollo, sobre el cambio, sobre la conversión de las tecnologías rudimentarias”, cita el portal nci.tv.

En el prólogo de la biografía Gabriel García Márquez, una vida, Martin agrega que se trata no sólo de un libro mágico, sino que además plantea una transacción permanente entre un mundo tradicional y otro moderno, presente en la América Latina actual.

Por eso, para el periodista colombiano Santiago Gamboa, García Márquez “es un colombiano que, con su talento literario, convirtió un rincón del mundo en un territorio universal, que hoy le pertenece a todos los lectores del planeta, a los de hoy y a los que vendrán”.

A partir del lanzamiento de Cien años de soledad, Gabo ejerció gran influencia en la literatura de habla hispana. Escritores como los colombianos Mario Mendoza, Jorge Franco y Juan Gabriel Vásquez reconocen que aprendieron de él a trabajar duro, con voluntad, dedicación y amor por la literatura, según ha publicado el portal elcolombiano.com.

“Cien años de soledad es uno de los libros que me vienen a la mente cuando pienso por qué decidí dedicarme a escribir. Y eso no es poco”, ha dicho Gabriel Vásquez.

En la década de 1970, García Márquez publicó diversas obras también celebradas, como el libro de cuentos La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972) y la novela El otoño del patriarca (1975), que aborda el tema de la dictadura.

Posteriormente, se dieron a conocer Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cólera (1985), la crónica política La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile (1986) y El general en su laberinto (1989).

Con sus obras, el escritor grabó en la historia de la literatura y del ser humano imágenes imborrables, como señaló Óscar Pantoja, guionista de la novela gráfica Gabo, memorias de una vida mágica, para el sitio tiempo.infonews.com.

La calidad de sus libros y su memorable trayectoria le valieron reconocimientos como el Premio Nacional de Literatura en Colombia, en 1965; el Internacional de Novela “Rómulo Gallegos” (1972) y, desde luego, el Nobel de Literatura en 1982.

Sobre este acontecimiento, el escritor mexicano Juan Rulfo (1917-1986) opinó que por primera vez en muchos años se había dado un premio de literatura justo. Después de este galardón, García Márquez se posicionó como figura rectora de la cultura nacional, latinoamericana y mundial.

En 1994 crea la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que hoy preside Jaime Abello, en el cual llegó a ofrecer talleres de periodismo como en su momento lo hizo con los de cine en La Habana (Cuba).

De él y su obra se ha escrito casi tanto como él publicó, uno de los libros más interesantes es Gabo, periodista, una coedición del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), la FNPI y el Fondo de Cultura Económica (FCE).

La obra reúne lo mejor de su obra periodística, con un conjunto de textos que hablan de ella y de su influencia en el que siempre consideró “el mejor oficio del mundo”.

En él se da cuenta de que la pasión de Gabo siempre fue fiel a la actividad periodística, que desde su trinchera literaria también ejerció.

“Soy un periodista, fundamentalmente. Toda la vida he sido un periodista. Mis libros son libros de periodista, aunque se vea poco. Pero esos libros tienen una cantidad de investigación y de comprobación de datos y de rigor histórico, de fidelidad a los hechos... En el fondo son grandes reportajes novelados o fantásticos, pero el método de investigación y de manejo de la información y los hechos es de periodista”, declaró alguna vez para Radio Caracol.

Vale la pena quedarse además con la definición que de él hiciera la escritora Olga Behar, para quien el autor podía ser considerado “un patrimonio ético, literario y cultural de la humanidad, pero, sobre todo, un maestro para enseñar a cultivar las amistades”.

Ya lo decía el mexicano Carlos Fuentes (1928-2012), “una amistad como la suya es para siempre”, tan imperecedera como la obra que ha legado.

En 1999 se dio a conocer que García Márquez se recuperaba de cáncer linfático, sin embargo, a partir de ese momento su salud se fue deteriorando, hasta que a principios de abril de 2014 fue internado en un hospital de la ciudad de México debido a una recaída, donde permaneció hospitalizado nueve días.

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Fue el 17 de abril de 2014 cuando la literatura universal se quedó sin uno de sus máximos representantes; Gabo murió en su casa ubicada en el sur de la ciudad de México, lo cual provocó una gran conmoción en el ámbito cultural de todo el mundo.

Los homenajes no se hicieron esperar, en México se le despidió con una ceremonia en el Palacio de Bellas Artes, máximo recinto cultural del país, lugar al que miles de personas le dieron el último adiós a su escritor; también asistieron los presidentes de México, Enrique Peña Nieto, y el de Colombia, Juan Manuel Santos. Además, Santos decretó duelo nacional por tres días y dio orden de que en todas las instituciones públicas se ice el pabellón nacional a media asta.

Hace unos días se dio a conocer que el Congreso colombiano aprobó una ley para que la próxima emisión de billetes y monedas del país lleve la imagen de Gabriel García Márquez, a manera de homenaje.