Cusco, Madrid, Cuenca y Lima son cuatro ciudades a las que uno se transporta mientras acompaña a Anabela y Daniel, dos hermanos que han tenido un fuerte vínculo desde la infancia.

En La muerte de Daniel, el escritor panameño, Juan David Morgan, narra cómo ese amor se ve interrumpido con la intempestiva muerte del joven periodista.

Daniel murió en España, aparentemente por causas naturales. Cuando Anabela viaja a Madrid para repatriar sus restos, una periodista, amiga de Daniel Puente siembra la duda: ¿Realmente murió por causas naturales?

Daniel había sido parte de los investigadores de los famosos Panama Papers y probablemente esa sería la causa por la que le podrían haber asesinado: “Ella tiene que llegar al final del asunto y no es fácil”.

La denuncia

Juan David Morgan, también abogado, reveló a los lectores de Intolerancia Diario cuál fue la razón por la que decidió escribir una novela negra que abordara el tema de la investigación colaborativa: “Los Panama Papers hicieron mucho daño a la reputación del país. Como abogado escribí varios artículos sobre por qué no se debieron llamar los Papeles de Panamá, por qué era injusto el nombre, que Panamá no era un paraíso fiscal como tildaban mucho. Conocía íntimamente el tema y la injusticia que se había cometido”.

Tanto en la obra como en la charla hay dos interrogantes que plantea: ¿Qué pasó con el 95 por ciento de la información que no se reveló de Los Papeles de Panamá? y ¿Por qué se desvanecieron en tres semanas, Los Papeles del Paraíso, donde el nombre de la reina Isabel del Reino Unido ya había salido a relucir?

No omite un secreto a voces, que de la información recabada, una gran parte de ese 95 por ciento que no se difundió, se comercializó con países o entidades que tenían enorme interés en conocer quiénes habían evadido el pago de impuestos a través de off-shore.

Viajes y documentación

Para realizar la ambientación de la novela, Juan David Morgan, recorrió Cuenca, una ciudad que está a 45 minutos de Madrid, España y donde se encuentra una particular iglesia “de la que quedé enamorado” porque a pesar de ser gótica, es chata.

Cusco, Perú “me voló la cabeza” reconoce el escritor quien afirmó que en el proceso de documentación se divirtió mucho al encontrar datos como la nevada histórica y atípica que cayó, un marzo en Nueva York.