Se hará oficial en las próximas horas, pero el fichaje de Cesc por el Barcelona era casi un hecho anoche. La solución al bloqueo en el que se encontraba la operación estuvo en el propio jugador, que renunció a cinco millones de euros para que el Barcelona pudiera aumentar su oferta hasta los 46 millones de euros, la cifra mágica que el Arsenal se había marcado antes de empezar a negociar y en la que finalmente se cerraría el traspaso del español. De esos 40 millones, 35 serán fijos, y el resto se pagarían en función de los objetivos fijados por títulos ganados y partidos disputados por Cesc.
Los ingleses, que no querían bajar de los 40 millones de libras (unos 46 millones de euros), terminaron por ceder ante la presión del jugador, cuyo único objetivo este verano era acabar vistiendo la camiseta del Barcelona. Además, al Arsenal le interesaba también cerrar el asunto cuanto antes, ya que no le quedan muchos días para buscar un recambio antes de la previa de la Champions, que disputará contra el Udinese el próximo martes 16 de agosto. La figura de Juan Mata aparece ahora en el horizonte de los «gunners» como posible refuerzo para el centro del campo, para lo que tendrían que poner sobre la mesa del Valencia 25 de esos 40 millones que recibirán desde Barcelona.
Problema para Guardiola
Feliz por el fichaje, a Pep Guardiola, se le presenta ahora un problema que muchos entrenadores quisieran pues tiene a Busquets, Thiago, Xavi, Iniesta y Cesc. Cinco para tres puestos, más otros jugadores como Keita o Mascherano, que también pueden aspirar a jugar en los puestos de la medular. Aunque se acelerará la presentación, parece complicado que Cesc pudiera actuar ya el domingo frente al Real Madrid en el partido de ida de la Supercopa.