El matador de toros Sebastián Castella, que entró en el cartel en sustitución de José María Manzanares, que no actuó debido al fatal desenlace de la muerte de su progenitor esta misma semana, el gran maestro del mismo nombre, triunfó a lo grande en esta segunda corrida de la Temporada Grande. 

Sebastián Castella se enfrentó en quinto lugar a “Miel en penca”, de la ganadería de La Estancia, de buen comportamiento, aunque su juego fue algo desigual, pues algunas veces embistió más tardo y en otras con más raza y entrega. Desde un principio, la labor de Castella tuvo mucha altura. Plantado en los medios, el diestro francés se asentó con enorme firmeza y mucha templanza, enganchando al toro siempre con el engaño por delante, para ligarle series con ambas manos largas y que llegaron con emoción a los tendidos. 

La quietud y el gran trazo de los muletazos sirvieron para que la faena siempre fuera a más, tras un inicio en el que se dobló por bajo sin enmendar terreno, lo que hizo que la plaza se entregara a la disposición de Sebastián. Junto a la ligazón y el templadísimo y largo trazo de los muletazos, la inspiración de Castella siempre estuvo presente, rematando las series de manera original y muy torera. 

Con la faena hecha le enterró la espada y la plaza solicitó unánimemente las dos orejas, que el juez de plaza otorgó, así como el arrastre lento para el toro.

Sebastián Castella ya se había mostrado a buen nivel con el deslucido segundo, un toro de San Isidro que no tuvo clase, pues siempre embistió sin celo y con la cara alta. Castella le sacó todo el partido a base de exposición y enorme decisión, en una faena de gran voluntad y firmeza, aunque no lo mató bien. Escuchó una fuerte ovación. 

Al finalizar la corrida Castella fue sacado en hombros de la Monumental Plaza México.


Ficha del festejo

Plaza México, domingo 2 de noviembre.
Segunda corrida de la Temporada Grande. 
Toros de San Isidro y La Estancia. 
El 5º fue premiado con arrastre lento.
Guillermo Capetillo, silencio y pitos.
SEBASTIÁN CASTELLA, ovación 
y dos orejas con salida en hombros.
Diego Silveti, silencio y silencio.