El rector de la Universidad Iberoamericana Puebla (UIA), Fernando Fernández Font, destacó que las instituciones viven una crisis, una carencia casi total de aquellos valores capaces de generar vida, así como condiciones de paz y de justicia.
Así lo señaló en la ceremonia de graduación de posgrado de dicha casa de estudios, donde invitó a cada egresado a focalizar su existencia en función de esa sociedad de justicia y amor, por la que Jesús dio la vida.
“Cada uno está invitado a descubrir el deseo de Dios, sólo en él encontraremos el norte que nos lleve a buen puerto”, insistió Fernández Font.
"Ante la crisis que viven las instituciones (eclesiales, políticas, gubernamentales, educativas y empresariales), las cuales manifiestan una carencia casi total de aquellos valores capaces de generar vida y condiciones de paz y de justicia, los únicos que pueden construir la sociedad a la que aspiramos son aquellos que no busquen sepultar los valores más sagrados de la humanidad”, señaló.
“Para nadie es desconocida la violencia e inseguridad que como cáncer ha ido penetrando todos los rincones de nuestra fracturada sociedad”, indicó.
Por lo tanto, aseguró que la UIA ha buscado ser coherente con aquello que da sentido al ser y es la razón de su existir: formar a sus alumnos y alumnas para la vida, para la sociedad.
“La gran tarea de llegar a ser hombres y mujeres verdaderamente libres y plenamente conscientes”, dijo Fernando Fernández.
De este modo, entregó su certificado a más de 160 alumnos que concluyeron programas de maestría o doctorado.
Los egresados refrendaron su compromiso de contribuir al desarrollo de la paz y la justicia desde sus campos de acción.
Asimismo, destacó que cada alumno, y en especial los graduados, tienen ante sí dos alternativas: convertir las problemáticas sociales en retos creativos y buscar cómo mejorar las condiciones de vida o dejarse llevar por la corriente y buscar sólo sacar tajada propia de esas situaciones verdaderamente inhumanas.
Además, el Sacerdote Jesuita manifestó que la UIA ha ido explorando diversos mecanismos que secundan la labor formativa de los alumnos. Sin embargo, dijo que para ello no basta con la introducción de elementos teóricos transversales, estos deben acompañarse de una verdadera experiencia que vaya más allá de la realidad que nos circunda.
“Si esto no pasa, entonces lo jesuita o lo ignaciano no será más que un slogan que sólo habremos oído a lo largo de nuestros estudios, pero que no transforman la vida de nuestros alumnos”, indicó Fernández Font.
Además de felicitar a los nuevos maestros y doctores, los exhortó a agradecer a todas las personas que intervinieron en la coronación de sus esfuerzos, a sus padres, amigos, maestros, compañeros, pero sobre todo a Dios, porque todos ellos los han sostenido y acompañado en sus momentos más difíciles. “Dicen que la gratitud es la oración del cristiano, no lo olviden”, concluyó.
Por su parte, la nueva maestra en Dirección y Estrategias de Recursos Humanos, Ana María Corro Stefanoni invitó a sus compañeros de generación a sentirse afortunados.
Y es que señaló que, de acuerdo a datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), sólo un 4% de los egresados de licenciatura en nuestro país estudian y terminan un posgrado.
“Somos afortunados de ser parte de un selecto grupo de la población, pero ese número es parte de muchos más números que marcan hoy en día a nuestro país”, dijo.
Y detalló que existen 27 mil desaparecidos, 55 millones de pobres, 11 de los cuales viven en pobreza extrema, y la que llamó la triste historia de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
“Hay 5 feminicidios por día en los últimos 15 años, 49 niños muertos en la guardería ABC, 57 hectáreas de manglares destruidos en Cancún, 9 muertos en Nochixtlán Oaxaca, sólo por mencionar algunos”, sentenció la alumna.
Cerró sus palabras convidando a sus compañeros egresados a sentirse motivados por estar vivos, ser libres, tener salud, poder levantar la voz, transmitirlo a las familias y a la comunidad lo que aprendieron y aplicarlo en su trabajo.
Al mismo tiempo impulsó a todas y todos a soñar y trabajar desde lo aprendido y lo experimentado en la Universidad, por un México con más dignidad y justicia, cada quien desde su trinchera que haga ruido y que sea verdadero transformador de la realidad.