El costo de la canasta básica, se mantiene accesible, sin embargo, cada vez se accede a ella con más restricciones, debido, sobre todo, al ritmo de incremento de los precios de los productos del campo.

Para el profesor de la Facultad de Ingeniería en Agronomía de la UPAEP, Luis Andrés Cabrera Mauleón, el costo de la canasta básica se mantiene con un crecimiento paulatino.

“En este proceso inflacionario que hemos venido viendo en los últimos meses, aunque es una inflación todavía soportable, no son aquellas de las épocas de los 90 pero no crece al mismo ritmo el nivel de ingresos de las familias”.

En ese contexto, dijo que, eso hace que se sienta la presión económica porque tenemos un incremento de precios del 7 al 8 por ciento, pero el sueldo cuando mucho cada año sube 3 y 4 por ciento.

Cabe recordar que, de acuerdo con las autoridades federales, la canasta básica está integrada por el conjunto de productos y servicios considerados esenciales para la subsistencia y bienestar de los miembros de una familia.

Además, desde el año 2020, la canasta básica mexicana incrementó de 23 alimentos a más de 40 productos de primera necesidad, que incluye alimentos básicos y complementarios.

Entre ellos, maíz y sus derivados, pan y galletas, carnes, frutas y verduras, bebidas gaseosas y jugos, cereales, leguminosas, leche, quesos, huevo, aceites, alimentos preparados azúcar y miel.

El profesor de la Facultad de Ingeniería en Agronomía de la UPAEP señaló que, por pequeña que sea la diferencia sí lo nota el ama de casa pues ya tendrá que decidir en algunos artículos que ya los va a considerar como de lujo o bien por cierta fruta de temporada.

Lo que sucede con los precios de la canasta básica, dijo, es que hay artículos que ya parecen muy caros, como el aguacate y el limón, si se compra, entonces se abstiene de comprarlos para garantizar la alimentación correcta de la familia, por eso, entre lo elemental, “no carne, ni huevo ni otro tipo de vegetales”.

Los consumidores, dijo, tienen que entender que estas son situaciones que no podemos controlar, no podemos modificar, “lo que tenemos que hacer es muy reactivos a las situaciones de cambio”.

Además, hay que estar preparados para estos cambios desde el punto de vista de la tecnología agronómica, “aunque ya se está trabajando con variedades de ciclos cortos, que cada día que el cultivo está en el campo es un día que está corriendo un riesgo y entre menos tiempo pase entre la siembra y la cosecha se disminuye este riesgo”.

Por ejemplo, dijo que la tecnología es un riesgo, por eso, destaca la posibilidad de poder contar con sistemas más económicos y eficientes.

“Se requiere del asesorarse con expertos que puedan orientar a los agricultores para que estos cambios sean en beneficio al productor, que no corra más riesgos, sino que vaya más a la segura, con más certidumbre en la producción de sus cultivos agrícolas”.