De acuerdo con los investigadores, el pensamiento mesiánico de Occidente ha tergiversado la cosmovisión de antiguas civilizaciones como la maya, cuyos avances sobre el cómputo del tiempo resultan atractivos para los profetas modernos, quienes vaticinan con alarma el supuesto “fin de este mundo”.

A la par, la modernidad difunde una transformación profunda de la humanidad, “a partir de lo que será el término de una era y el comienzo de otra en la cuenta larga del antiguo calendario maya”, coincidieron los mayistas Mario Aliphat y Rafael Cobos, integrantes del Comité Académico de esta Mesa Redonda.

En este encuentro organizado hasta el 2 de diciembre por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se abrirá una sesión especial para dilucidar sobre “Las profecías mayas 2012”. Dicho panel será moderado por los expertos Laura Caso, Jesús Galindo, Erik Velázquez y Sven Gronemeyer.

Ellos son cuatro de los más de 60 especialistas en el estudio de esta antigua civilización, que se dan cita en este encuentro. Previo a ese debate, los arqueólogos Aliphat y Cobos despejaron dudas en torno a los “augurios mayas para 2012”, que en realidad se refieren al término del 13 ciclo b’ak’tun.

Ese ciclo, subrayaron, está enmarcado dentro de la cuenta larga del calendario maya, que correspondería al 23 de diciembre del próximo año, 2012. De acuerdo con la concepción maya, cada 13 b’aktunoob’ (que en conjunto suman 5,200 años) el cosmos se regeneraba, completándose así un ciclo de creación.

La concepción actual sobre el fin del mundo parte de la cultura judeocristiana. Cuando comenzó a descifrarse la escritura maya y se vio que se refería a fines de ciclos, se hizo una interpretación fácil desde la perspectiva del pensamiento occidental, ligando esto a una visión apocalíptica sobre el fin del mundo”.

Tras aclarar lo anterior, los investigadores dijeron que de los casi 15 mil textos glíficos registrados en distintos mayas, únicamente en dos inscripciones existe la mención del año 2012: El Monumento 6, en Tortuguero, y un fragmento encontrado en Comalcalco, zonas de Tabasco relativamente cercanas entre sí.

Como explica el epigrafista Carlos Pallán Gayol, autor de la guía “Lo esencial del Calendario Maya”, el texto del Monumento 6 de Tortuguero, elaborado en el siglo VII d.C., describe lo que ocurrirá cuando culmine el 13 b’ak’tun, el 23 de diciembre de 2012, como el “descenso” de un dios o conjunto de deidades.

 A diferencia de las sociedades modernas, para los mayas el tiempo no era algo abstracto, estaba conformado por ciclos que eran tan concretos, que tenían nombre y se podían personificar mediante retratos de seres animados. Así, el ciclo de 400 años o b’ak’tun estaba representado como un ave mitológica.

Los antiguos mayas se preocupaban por efectuar rituales que garantizaran que el ciclo por venir sería propicio. “Para el caso particular de la mención de 2012 se nota cierta insistencia en que, aun en fecha tan distante, se va a conmemorar un determinado ciclo calendárico. Este ha sido el meollo de la confusión”, dijeron.

En eso también concuerdan los arqueólogos Mario Aliphat y Rafael Cobos: “El ciclo calendárico maya servía para efectuar todo un sistema ritual y de augurios, es decir, para pronosticar mediante la observación astronómica las fechas convenientes o inconvenientes para la siembra, la cosecha, e incluso la guerra”.

De tal manera, agregaron, que reconocían las facetas de las divinidades, de los humanos y de la naturaleza en sí. Hacia el siglo I d.C. los mayas adoptaron el sistema de cómputo de cuenta larga y rueda calendárica, articulado mediante un esquema posicional y una base vigesimal, y que fuera creado por olmecas tardíos.

Además, los mayas crearon nuevos ciclos de muy larga duración, que les permitían calcular fechas hacia tiempos pretéritos lejanos, míticos, e incluso futuros, abundaron al informar luego los expertos del Colegio de Posgraduados de Puebla, y de la Universidad Autónoma de Yucatán, respectivamente.

Como todo sistema calendárico, la cuenta maya del tiempo tiene una fecha Era o “Día 0”, correspondiente a 13.0.0.0.0. (4 Ajaw 8 Kumk’u), que en términos de nuestro sistema calendárico juliano equivale al 8 de septiembre de 3114 a.C., a partir del cual establecían unidades como el b’ak’tun, que equivale a unos 400 años.

Cada era, pusieron en relieve los dos mayistas de reconocimiento internacional al decir que actualmente estamos en la tercera, concluía al cumplirse 13 b’ak’tunes, que suman 5, 200 años mayas o 5,125 en el calendario gregoriano. De manera que después del 23 de diciembre de 2012, iniciaría otra era.

Al igual que otras culturas mesoamericanas, los mayas usaron el calendario de cuenta corta, compuesto a su vez por el solar y el ritual, los cuales partían el mismo día, pero dada su duración (el primero de 360 días, más cinco días aciagos; y el otro de 260 días) se desfasaban y volvían a coincidir cada 52 años.

A manera de conclusión previa a la sesión especial de la VII Mesa Redonda de Palenque que se verificará este viernes bajo el título “Las profecías mayas 2012”, dijeron que “como ruedas dentadas que iban girando, estos ciclos se integraban mecánica y simétricamente dentro del cómputo lineal de la cuenta larga, nada más”.