Miles de pequeños niños vestidos de “inditos”, algunos con bigotes pintados o postizos, y niñas con trenzas y vestidos de colores, donde sobresale el verde brilloso, continuaron una de las tradiciones más arraigadas de los mexicanos.

De este modo, miles de fervientes guadalupanos atiborraron tanto el Seminario Palafoxiano como la afamada “Villita”, en la zona del Paseo Bravo, donde se mezcló la fe con el comercio.

En el estado, la mayoría de sus habitantes si no están peregrinando hacia la basílica en la ciudad de México están celebrándole al pie de algún altar a la Virgen de Guadalupe, los que abundan en cientos de colonias y barrios.

Y es que Puebla es considerado uno de los estados más guadalupanos de todo el país; se calcula que existen miles de altares por cada rincón, donde este 12 de diciembre se realizan grandes fiestas.

Las celebraciones no sólo se dan en los dos puntos mencionados de la ciudad —los de mayor arraigo y atracción— sino que miles de feligreses organizan rosarios, misas, bailes, comidas, cantos; con amigos y familiares, en cada colonia, municipio o pueblo.

La fe

La Virgen de Guadalupe también es la virgen de los poblanos, y para ello sólo hay que asomarse el 12 de diciembre a la “Villita” —iglesia ubicada en la 11 Sur y avenida Reforma— o cualquier otro sitio donde exista un altar, una iglesia, un mercado, un pueblo, un barrio o una unidad habitacional.

En entrevista, una señora de aproximados 42 años, a la salida de la “Villita”, comentó que iba a ofrecer a su hija a la Virgen, porque se la había dado con salud y que estaba muy contenta.

La ofrecía a la virgen porque era como una ofrenda, porque la Virgen se la había dado y ella tenía que cuidarla. Para esta misma persona, la Virgen es concebida como su madre misma y siente mucho amor y respeto.

Dice otra señora que da gracias a la Virgen de Guadalupe por darle la vida, por darle una familia unida y un hijo muy hermoso. Le da gracias porque, aun estando muy lejos de su país, la Virgen nunca la ha abandonado. Le da gracias por darle salud y amor.

Un señor afirmó que le cantaba “Las mañanitas” a la Virgen de Guadalupe para agradecerle todo lo que hizo por ellos. Dice: “Somos pobres, pero la pobreza es el mejor regalo del alma: nos hace sanos, fuertes ante el pecado; nos aleja de las tentaciones.

”La buena pobreza enriquece el espíritu y nos lleva por la senda correcta”.

Muchas personas tienen numerosos años visitando la “Villita”.
Una persona de la tercera edad, de nombre Juana Bustos, narró que desde que era pequeña sus padres la llevaban y que ahora ella lleva a su familia; además, a ella la vestían de “indita” y ahora ella viste a sus nietos de “inditas” y de Juan Diego: “Es una tradición que me inculcaron desde niña”.

Para ella y su familia, el 12 de diciembre es un “día muy grande”. Relata que la Virgen las ayudó con su “nietecita”, porque se enfermó y la hospitalizaron; le pidieron mucho a la Virgen de Guadalupe y sanó.

La fiesta

Las celebraciones son desde masivas hasta particulares, y se realizan en lugares como fábricas, talleres mecánicos, misceláneas, hojalaterías, colonias, barrios, vecindades, bases de microbús, mercados y en los hogares.

En la mayoría de estos sitios existe un pequeño altar para rendirle culto, donde conviven con la imagen sagrada plasmada en el ayate de Juan Diego y, claro, también se aprovecha la ocasión para pedirle un favor o para agradecerle un milagro.

Hay colonias que organizan peregrinaciones hacia el cerro del Tepeyac, en la ciudad de México; en otras, los jóvenes construyen altares en las esquinas y llevan mariachi y cantan “Las mañanitas”.

En algunas celebraciones corre mucha bebida embriagante que proporciona el patrón y, llegada la noche, la mayoría de los trabajadores se encuentran borrachos y empiezan a retirarse a sus casas.

En la unidad habitacional de obreros de la VW, la celebración empieza un mes antes, con rosarios en la capilla dedicada a la guadalupana. Los rosarios terminan el día 11 de diciembre y es cuando se regalan golosinas a los niños; a los adultos se les reparte atole. Ese día hay rosarios cada dos horas.

A las 19 horas empiezan a lanzar cuetes, para que las personas sepan que pueden llevar imágenes de la Virgen y puedan ser bendecidas a cambio de una cooperación económica.

A las 24 horas, los vecinos cantan “Las mañanitas”. Durante toda la noche y madrugada del día 12, las personas pasan al altar, le rezan y agradecen; otras, traen música y le cantan.

En la colonia Manantiales, la celebración adquiere característica más colectiva y tradicional. Empiezan con “Las mañanitas”, que son financiadas por las familias con más recursos económicos.

Se escuchan tríos y mariachis. Las personas de la comunidad agradecen la “buena voluntad” de esas familias “adineradas”. Se escuchan “Mañanitas” a partir de las 12 de la noche del día 11 de diciembre.

Por la mañana, llegan los peregrinos —miembros de la comunidad que fueron a la basílica de Guadalupe, en la ciudad de México— a la iglesia, agotados por la larga travesía, pero orgullosos porque cumplieron su objetivo. Entran, rezan y, momentos después, se retiran a sus hogares.

En Manantiales, el día 12 de diciembre se organizan partidos de futbol y a los ganadores se les entregan trofeos. Dicen algunos vecinos que en años pasados se organizaban carreras de costales y un concurso de comer plátanos.

Por la tarde, muchos niños hacen su primera comunión y otros son bautizados. Algunos niños son vestidos de Juan Diego y las niñas de “inditas”.

Entrada la noche, empieza la función de lucha libre, que es del agrado de los menores. También, empiezan a funcionar los juegos mecánicos y los innumerables puestos de atole, chalupas y antojitos de todo tipo.

Algo característico de ésta comunidad es que organizan una procesión por el interior de las calles de la colonia.

Una niña, vestida de blanco, va al frente, porque ella es la que corona a la virgen. Lleva una charola, donde se posa la aureola.

Otra niña carga una canasta con pétalos de rosa y otras llevan flores, como nubes y banderitas de color azul y blanco. Otras más ondean banderitas de México. También se puede observar a muchas niñas vestidas de “inditas”.

El evento culmina con la coronación. Se piensa que es como un regalo que se le proporciona a la Virgen; y si los padres de la niña tienen más dinero, pueden comprarle también ropa a la guadalupana.

En el mercado

Los comerciantes de todos los mercados de Puebla no dejan la ocasión para celebrar a la Virgen de Guadalupe.

En estos lugares inician la celebración con una misa donde concurren comerciantes, clientes y curiosos. Culmina el acto religioso con la coronación de la Virgen por parte de un niño vestido de “Juan Dieguito”.

Al terminar este acto, los asistentes preparan el espacio y disfrutan de una fiesta donde comen cemitas y toman cerveza. Hay mariachis y música grupera para bailar.

En una colonia al sur de la ciudad, que lleva el nombre de Guadalupe (Hidalgo), de ahí la importancia y lo suntuoso de los festejos, porque en cada hogar se festeja a la Virgen, se construyen muchos altares y realizan una verdadera fiesta popular.

Distintas colonias populares y conjuntos habitacionales se distinguen por ser guadalupanos; por ejemplo, Amalucan tiene una gran cantidad de altares construidos en muchos espacios comunitarios.

Hay dos tipos de celebraciones, las que se realizan en los altares y la que ocurre en la iglesia. En los primeros hay misa, música, baile y la Virgen viaja de hogar a hogar. Los dueños invitan a comer, rezar y, en ocasiones, a tomar una botella de vino.