En la frontera Sonora-Arizona hay extensiones de terreno en la región serrana, donde no existe muro, sino vallas al estilo de Normandía en la Segunda Guerra Mundial, construidas con rieles de ferrocarril en forma de X para evitar el paso de vehículos, pero que permiten que la vida fluya entre México y Estados Unidos.
La ampliación del cerco de acero que propone Donald Trump precisamente en esta zona del límite territorial, que costaría entre cinco mil y 10 mil millones de dólares, impediría la migración, el intercambio genético y condenaría a muchas especies de flora y fauna a la extinción en las llamadas Islas del Cielo, de acuerdo con Chris Bugbee, biólogo para la Conservación.
Construir un muro fronterizo sería absolutamente una catástrofe, y sería una decisión increíblemente tonta y de corta visión; en el largo plazo, no sólo nos dañaríamos nosotros mismos, sino a todas las especies que usan esta tierra, advirtió.
Una barrera de estas proporciones bloquearía los corredores biológicos de jaguares, ocelotes, búhos pigmeos, e incluso, de la mariposa monarca, que aprovecha las corrientes de aire para migrar año con año hacia los bosques de oyamel de los estado de México y Michoacán.
Los animales no cargan pasaporte, no tienen papeles, no tienen acento, no hablan un idioma como nosotros, entonces ellos lo que ven es dónde están las fuentes de alimento, dónde está el agua, dónde pueden realizar la reproducción, advirtió Sergio Ávila, científico de la Conservación del Museo del Desierto Sonora-Arizona.
Una barrera física impermeable como la plantea el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos cortaría el flujo natural del agua, en cauces, arroyos y ríos, con consecuencias desastrosas.
Juan Mario Cirett, ecólogo de la Universidad Estatal de Sonora, alertó sobre los riesgos de inundaciones, porque cada vez que tapamos una cuenca, el agua va buscar su camino y tiene memoria.
Hace ocho años una tromba provocó una tragedia en la ciudad de Nogales, Sonora, a un costado del muro fronterizo, cuando el agua alcanzó hasta cinco metros de altura, por cambios en la topografía, erosión del suelo y acumulación de desechos, que dejó como saldo dos personas muertas y pérdidas millonarias en comercios, caminos y vehículos que fueron arrastrados por la corriente.
El muro tiende a acumular basura y tierra y cuando llueve se forma una especie de presa que provoca inundaciones, esto sucedió en la ciudad de Nogales en 2008, recordó Randy Serraglio, activista del Centro para la Diversidad Biológica.
En el mediano plazo, se espera que el cambio climático aumente el estrés en la flora y la fauna de la región, que comenzará a cambiar sus rangos de distribución hacia el norte, huyendo de las altas temperaturas.
Juan Carlos Gutiérrez, director del Programa México de la Red de Tierras Silvestres, destacó que cuando las especies quieran escapar del calor se toparán de frente con el cerco de acero, lo que irá mermando las poblaciones.
Aunque el futuro de la ampliación del muro en la frontera está en manos de los votantes en Estados Unidos, del lado mexicano ya existe el compromiso del titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), Alejandro del Mazo, de sacar del limbo legal a la Reserva de Ajos-Bavispe en Sonora, que forma parte de las Islas del Cielo, y dotarla de las herramientas necesarias para que pueda garantizar la supervivencia de las especies, ante esta grave amenaza.
Este año el área de Ajos- Bavispe va a ser decretada como Área de Protección de Flora y Fauna para ingresar a este proceso de tener su programa de manejo, prometió.
De esta forma se daría esperanza de vida a El Jefe, uno de los últimos jaguares de Norteamérica, que vive entre Sonora y Arizona. Porque si se logra salvar a esta especie, se lograría salvar a todas las demás especies, aseguró Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica.