Maclean’s publicaba la noche del martes un Facebook live desde un punto fronterizo de Canadá y Estados Unidos para ver las hordas de estadounidenses cumpliendo la promesa de irse al Great White North. Páginas de contenidos virales compartían memes en los que se veía a Bugs Bunny separando con un serrucho ambos países, justo en la línea fronteriza. Otras contabilizaban en tiempo real cómo aumentaba la población canadiense mientras caía la estadounidense. El humor como catalizador de las preocupaciones, una estrategia de vieja data y muy efectiva, por cierto.

Al tiempo en el que medios de comunicación de todo el mundo llevaban el minuto a minuto de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Canadá estuvo también liderando el protagonismo. El punto cumbre de la noche fue cuando nos dimos cuenta de que el sitio de Inmigración Canadá había colapsado, sin tener una razón certera del porqué, sino la sospecha de que miles de personas desde el sur de la frontera intentaban informarse sobre cómo mudarse al Dominion, como última opción ante lo que temían sería anunciado.

A las 3:00 am la sospecha pasó a la ratificación. Los trasnochados en América, los ya activos en Europa y los almorzados en Asia, confirmaban que Donald J. Trump es el nuevo presidente de la primera economía del mundo. Los mercados colapsaban, el dólar estadounidense y el peso mexicano, también.

Mientras tanto, desde este lado de la frontera, comenzaron nuevamente los análisis de lo que el triunfo del candidato republicano significa para un Canadá que va en el sentido contrario al que promete Donald Trump. No sólo por el liderazgo del liberal Justin Trudeau y su popular because it’s 2015, que promovió y promueve la inclusión, la igualdad de género y exalta la diversidad como carácter fundamental de la fortaleza del país, sino porque incluso con un gobierno conservador que se extendió por una década, Canadá ha continuado su crecimiento en materia social y humana. Que claro que resta mucho por hacer, pero no en vano vimos a muchos inmigrantes agradeciendo de corazón el estar en territorio canadiense y no estadounidense en una madrugada como la del 9 de noviembre de 2016.

Ahora bien ¿qué representa para Canadá la victoria de Donald Trump?  El análisis va desde varios ángulos. Recordemos en este punto que Estados Unidos y Canadá comparten la frontera -entre dos países- más larga del planeta, con una extensión de 8.891 km, aproximadamente. Canadá es el principal comprador de los productos y servicios que se producen en Estados Unidos (ascendió a $338 millardos en 2015) y Canadá compra más bienes y servicios a su vecino del sur que a cualquier otro país o región del mundo (más que a toda la Unión Europea, por ejemplo). El intercambio entre ambas naciones, diarios, asciende a $1,6 millones.

También es necesario recordar que EE UU y Canadá gozan de un tratado de libre comercio desde 1989 y son parte también del Nafta (que incluye a México, ese mismo que Trump dijo revisaría). Estos acuerdos han permitido triplicar el comercio bilateral.

El próximo presidente de Estados Unidos prometió durante su campaña que no sólo revisaría el Nafta, al cual describió como un desastre, sino que incluso podría romperlo. Efectivamente Trump tendría un margen de maniobra para promover una plataforma proteccionista, que podría incluir el poner fin a cualquier tratado de libre comercio. También puede hacer cambios en los aranceles, aumentándolos para ciertos mercados -como China y México-, con la anuencia del Congreso, controlado por los republicanos.

Para Trump, el debilitamiento de la clase media en Estados Unidos ha sido consecuencia de la globalización. No tiene por qué ser así. Podemos revertirlo y hacerlo de forma rápida.

Recordemos también que en los planes del ahora presidente Trump está dar muerte el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, que promueve el intercambio comercial entre 12 países, incluyendo EE UU y Canadá, con una promesa de mover 40% de la producción económica mundial. Esto frenaría la posibilidad de que Canadá importe bienes a precios más bajos.

Otros elementos que tendrán consecuencia directa en el desarrollo económico y político de Canadá son los vinculados al medioambiente. El gobierno de Trudeau, además de la inclusión y la diversidad, se ha dicho empeñado en trabajar en pro del planeta. Recientemente anunció, de hecho, un impuesto al carbono y las provincias han puesto en marcha políticas para reducir la emisión de gases con efecto invernadero. En el caso de que el nuevo presidente de Estados Unidos no siga en esa línea, hay altas probabilidades de que las políticas aprobadas en Canadá sean menos efectivas e incluso no viables, económicamente hablando.

Un punto que puede ser parcialmente positivo para Canadá -y sus provincias productoras de crudo- es el de la lucha por obtener luz verde para la construcción de oleoductos que faciliten el traslado del petróleo canadiense, pues podría tener finalmente una respuesta positiva. Recordemos que el Keystone XL fue bloqueado por los demócratas, pero los republicanos siempre se mostraron a favor.

En resumen, en un reporte publicado este año por Capital Economics se advertía que una victoria de Trump sería muy negativa para la economía de Canadá (…) Las exportaciones de Canadá podrían caer como daño colateral a sus medidas proteccionistas.

La política exterior no puede dejarse por fuera. La victoria de Trump puso al presidente ruso, Vladimir Putin, a frotarse las manos. Era su candidato. Canadá tendrá que observar qué posición tomará de ahora en adelante, pues es no sólo aliado, sino amigo de Estados Unidos y esas relaciones terminan dominando, en la mayoría de los casos, las decisiones. Los aliados de Estados Unidos, incluyendo Canadá, tendrán que analizar todos los escenarios posibles sobre las posiciones que tomará un EE UU gobernado por Trump. Habrá que seguir de cerca qué ocurrirá con la nueva era que viven Cuba y Estados Unidos y qué posición tomará el gobierno de Trudeau –quien visitará la isla caribeña la semana entrante– en el caso de que haya un giro en el timón.

Una mayoría de los canadienses se decían preocupados de la victoria de Trump. Ahora, a su mandatario, Justin Trudeau, le toca trabajar con él, con el presidente del país vecino, amigo y aliado. Ya lo felicitó, como correspondía. Veremos…