La Semana Santa que hoy comenzamos actualiza en la comunidad cristiana los misterios centrales de la redención: Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. No es un día de recuerdo sentimental, es la vivencia de nuestra fe. 

Ya que desde la fe se acepta este misterio y nos encontrarnos con Cristo en la cruz y descubrimos en Él la Resurrección, la Vida y el Triunfo. No es el fracaso de la cruz es el triunfo, la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.

Este año leemos la Pasión en el evangelio de San Marcos, podemos encontrar algunas coincidencias y diferencias ente Mateo y Lucas y el mismo Juan. Recordemos que el evangelio de Marcos lo podemos ubicar en el año 50. 

Por lo tanto, sus datos son muy simples y sencillos. Maros nos presenta al varón de dolores, en la línea del Siervo de Yahvé de Isaías.

Marcos nos recuerda que la Pasión y Muerte del Señor tuvo lugar “por nosotros los hombres y nuestra salvación”, y nos enseña Jesús aceptó por obediencia libre el plan salvador de Dios; porque ama al hombre de una manera incondicional.

“Vivir el mandamiento”

La Pasión fue para Jesús la hora del testimonio supremo de todo su Evangelio, el nos invitó a vivir el mandamiento, su mandamiento: ámense unos a otros, como yo lo he amado. 

Y recordemos que en otro momento nos dice Jesús mismo: “Nadie tiene amor mayor que el que el que da la vida por sus amigos”. Y precisamente Jesús dio su vida para hacernos hijos de Dios y hermanos unos a otros. 

Este mandato hoy lo hemos olvidado, Él quiso destruir el pecado y la muerte para devolvernos la vida y la felicidad. Es por eso por lo que debemos ver la cruz gloriosa, porque en ella solamente podemos entender y volver al mandato del amor, ya que Cristo resucitó para entregarnos a Dios y llegar a la meta de nuestra esperanza que es el Amor. 

Un canto de esperanza

El salmo XXI con el que respondemos a la Palabra de Dios es un canto de sufrimiento y esperanza del justo, que descubre después de la angustia la liberación. 

El siervo de Dios acepta con confianza los sufrimientos; porque contribuye a la venida del reino de Dios. Jesús se identificará plenamente con este siervo.

Al hombre de hoy le hace falta el reconocer el valor del dolor y del sufrimiento. Debe de confiar más en Dios y en el otro. Debe de descubrir que el mismo dolor y sufrimiento y la misma pecaminosidad, son las oportunidades que Dios nos da para crecer, para fortalecernos para ser mejores.

El inicio de la Semana Santa debe de ser para cada uno de nosotros la oportunidad de descubrir que los momentos difíciles que vivimos serán el medio que el Señor nos regala para ser mejores. 

¿Cómo celebran los católicos la Semana Santa?

Hay cuatro ceremonias importantes durante la Semana Santa. El Domingo de Ramos recuerda la llegada de Jesús a Jerusalén. Los católicos ese día organizan procesiones con ramas de olivo y palmas bendecidas.

El Jueves Santo se conmemora la traición de Judas y la Última Cena, donde Jesús instituyó la Eucaristía. Por la mañana, los obispos se reúnen con los sacerdotes de sus diócesis y bendicen los santos óleos. El lavatorio de los pies tiene lugar más tarde ese día durante la Misa de la Última Cena.

El Viernes Santo es el día más triste del año para los católicos. Rememora la agonía y el sufrimiento del prendimiento, el juicio y la muerte de Jesús. Ese día no hay misa. Jesús ha muerto.

Al anochecer del Sábado Santo tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual. Se conmemora la Resurrección de Jesús.

Paulo Carvajal Ramos