El libro de la Sabiduría nos descubre hoy un lado oculto del corazón de Dios, nos anuncia una feliz y reconfortante noticia para sus amigos y para quienes le busque sin conocerle apenas todavía. En el  evangelio, Lucas nos invitará a participar en el encuentro de Zaqueo con Jesús; ambos se buscan y en el encuentro ocurre la salvación. El libro de la Sabiduría muestra la fuerza que hace posible el encuentro. 

“Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan”. Compadecerse del marginado, sin mirar, distraído, para otro lado, evitando el espectáculo doloroso es propio y genuino de almas y corazones fuertes; la lástima –parecida a la compasión, pero distinta- es pasajera, descomprometida, miedosa. Dios es fuerte porque todo lo puede, incluso perdonar. El poder de Dios es su compasión.

•“Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado”. Las criaturas de Dios son buenas, dignas de ser amadas. No hay que demonizarlas con un mal maniqueísmo. Sólo el pecado destruye la belleza y la armonía de la creación. Únicamente el pecado rompe el cosmos y provoca el caos.

•¿Cómo podría subsistir una cosa si tu no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado? Existir, subsistir, resistir son maneras existenciales, más o menos exitosas, de afrontar la vida personal. Hemos sido llamados por Dios a asumir vigorosamente estas tareas vitales.

•Finalmente, el Libro de la Sabiduría concluye afirmando: “Pero tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor amigo de la vida”.Esta última afirmación concluye y da sentido a las anteriores. El perdón, la compasión, el cuidado de la creación, la existencia de los seres es posible porque el Señor es amigo de la vida.

Este es el rasgo sobresaliente del corazón de Dios que ilumina el paisaje de este domingo, día del Resucitado: que nuestro Dios es el Dios de la vida, que la ama, la mantiene y la protege. Que Jesús es la Palabra creadora del Padre en la que estaba la vida desde siempre (cf. Jn 1, 4), que es “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14, 6) y que desea que sus ovejas “tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).

El encuentro de Jesús con Zaqueo

Valdría la pena interpretar el encuentro de Jesús con Zaqueo desde las claves que el Libro de la Sabiduría nos ha ofrecido. He aquí algunas aproximaciones. 

•La conversión de Zaqueo ocurre en la intimidad de un encuentro. Zaqueo –hombre muy rico y jefe de publicanos-quería ver a Jesús, y Jesús, por su parte, se invita a alojarse en su casa. A Zaqueo, hombre famoso en Jericó,  no le resultó fácil ver a Jesús porque era de baja estatura,  pero se arriesgó a hacer el ridículo, trepando a un sicómoro, y le valió la pena.

•Como muchos de los encuentros de Jesús, éste fue también  un encuentro censurado por las “buenas costumbres” de su tiempo: aquel hombre era un pecador y jefe de pecadores, un marginado culturalmente. La conducta de Jesús, un tanto provocativa,  dio pié, como tantas otras veces, a la murmuración.

•Zaqueo y Jesús, ambos, son amigos de la vida. La conversión de Zaqueo es su regreso a la Vida porque la que llevaba no le satisface y la rechaza; Jesús, por su parte, se invita a la casa de Zaqueo porque es amigo de la vida, porque “vino a buscar y salvar lo que estaba perdido”y desea que la salvación,la vida, llegue a su casa.

Cuanto hemos reflexionado, nos pregunta ¿cómo debemos ser entonces los discípulos y comunidades de Jesús? La Palabra que hemos escuchado y el encuentro de Zaqueo con Jesús nos invita:

•A ser personas y comunidades “vitales” que viven intensamente, que agradecen vivir; y  que –en los momentos duros-  abrazan la cruz con valentía  como semilla de vida;  que tienen  el coraje para soñar y optar la novedad del Reino, por la Vida Plena.  

•A buscar a Jesús con la audacia y decisión de Zaqueo y a entablar con la pedagogía de Jesús, encuentros de salvación con quienes están al margen de la vida,  sin tener en cuenta ni el engañoso “qué dirán” ni las murmuraciones mezquinas de las gentes,  carentes de  sabor a vida. Así fueron los encuentros de Jesús con la pecadora en casa de Simón, con los leprosos de los caminos, los pecadores, la samaritana, la adúltera…

•A mirar con buenos y agradecidos ojos la creación de Dios, sin afearla con mezquinas sospechas maniqueas, cuidándola y defendiéndola de cualquier ultraje.

•Como amantes de la vida: ser compasivos con los heridos que yacen al borde de los caminos de Jerusalén a Jericó.

Fr. Luis Carlos Bernal Llorente O.P.