A más de 50 años de haber ingresado al Seminario Palafoxiano y 46 de haber sido ordenado sacerdote en la Catedral de Puebla, Gustavo Rodríguez Zárate, advierte que tuvo que pasar medio siglo para que los principios de “primero los pobres” que manejó el Concilio Vaticano Segundo, y la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en sus reuniones de Medellín y Puebla se aplicarán.

Foto: Cristopher Damián / Intolerancia
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A sus 73 años, el padre Gustavo que oficia en el Templo de la Asunción donde diariamente llegan migrantes centroamericanos en busca de ayuda humanitaria en su paso hacia los Estados Unidos, aceptó que fue considerado un “cura rojo” en los años setenta por reflexionar a favor de los pobres.

En entrevista con Intolerancia, el encargado de la Pastoral del Migrante en la Arquidiócesis de Puebla,  al preguntarle sobre el actual rumbo de la iglesia, explicó “Francisco vino a aplicar los principios de Puebla y Medellín, tuvieron que pasar 50 años aplicar los principios de las conferencias Latinoamericanas y el Concilio Vaticano II, ya que solo en algunas comunidades latinoamericanas y algunas africanas se había aplicado, pero a nivel mundial no se había hecho”.

Foto: Cristopher Damián / Intolerancia
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Al recordar lo que vivió primero como seminarista y después como sacerdote, señaló “En muchos lados había una resistencia y sigue habiendo, y eso ocurrió en Puebla, quienes nos estábamos formando en aquella época la primera resistencia la tuvimos con los formadores del seminario, nos llamaban la atención, nos prohibían las novelas, los cantos de protesta de Oscar Chávez, los Palacaguina, que era para nosotros el material de reflexión que nos involucraba, en las guerrillas de Nicaragua, El Salvador, de Cuba, de Bolivia y de Brasil”.

“Esa resistencia a nosotros nos ayudó mucho, a ser crítico conmigo, y con el entorno “lo que estás viviendo y proponiendo eres coherente, y luego quienes nos condenaban y discriminaban, también éramos críticos con ellos”.

Foto: Cristopher Damián / Intolerancia
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Cura Rojo y marxista

A la pregunta si era un cura comunista, reveló “a mí me comenzaron a llamar rojo, marxista, así aparecíamos en el Sol de Puebla en el año 79, y en la Tercera Celam, nos identificaban con los padres del Parral, el Padre Machi, al de San Jerónimo, y a mí, éramos los revoltosos, los guerrilleros”.

“Yo tenía claro que teníamos contacto con gente de las guerrillas, con el Carolino Rojo, con una tendencia masónica de izquierda que estaba en Puebla, pero eso no nos quitaba tener nuestro propio criterio, que es desde los pobres y el evangelio. Tuve que estudiar teología de la liberación y marxismo porque no tenía muchos conceptos, y en algunas cosas coincidíamos. La metodología marxista del análisis de las realidades estructurales, ayudó muchísimo”.

Asimismo en la entrevista reconoce que estudió a otro marxista que era Antonio Gramci, pero él desde la cultura, así que hay que valorar la cultura indígena, mestiza, la juvenil, las revoluciones juveniles, e indicó que eso los hizo abrirse a las realidades concretas de Puebla para la identidad.

Foto: Cristopher Damián / Intolerancia
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El trabajo en la Sierra

Gustavo Rodríguez recordó como el pequeño grupo que se tenía en el seminario, comenzó a recorrer la Sierra Norte de Puebla, y en las vacaciones caminaban en las comunidades indígenas y con los curas que estaban en la zona “eso ayudó a que lleváramos a universitarios a campamentos a la Sierra, hicimos el puente Universidad Autónoma de Puebla con las comunidades indígenas, y quienes iban les impactaba la realidad”.

Foto: Cristopher Damián / Intolerancia
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“Nos toca el conflicto de Cristianismo si, comunismo no. Nos toca el conflicto de la nueva universidad Upaep,  y la guerra contra el Carolino. Eran momentos muy difíciles y llega la reunión de Puebla, con la misma dicotomía de obispos al lado de los pobres, y los obispos al lado de los ricos y magnates".

La iglesia retoma la izquierda

Sobre el rumbo actual de la iglesia, indicó que hay que verlo con la CELAM, ya que Medellín fue de izquierda, Puebla de los dos, Santo Domingo de Derecha, y Aparecida ya de izquierda.

Foto: Cristopher Damián / Intolerancia
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“Así las cosas, aunque en la década de los setenta eran al menos 25 sacerdotes de izquierda, contra 300 que no lo eran, pero llegó la represión y quedamos no más de cinco, “fui excluido del seminario, no podía entrar a él, no podía dar conferencias, porque me etiquetaban como marxista, comunista, rojo, y me dedique desde las asociaciones civiles a trabajar, y dejé de preocuparme”.

Reiteró que es el Papa Francisco quien retoma los principios, aunque reconoció que con el arzobispo Víctor Sánchez comenzaron a cambiar las cosas.

“Ahora si se alinearon las estrellas, Papa, Obispo y Yo. Eso da paz y tranquilidad de que no estábamos equivocados”.

Con Benedicto XVI comenzó la apertura, porque también él se dio cuenta de toda la podredumbre que había, de toda la corrupción en el mundo del Vaticano. Los Legionarios de Maciel, los  Legionarios, la pederastia, por eso renunció”.

Foto: Cristopher Damián / Intolerancia
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“Mi definición a los 22 como seminarista me daba cuenta de esa corrupción, el clero y monjas tradicionalistas, y me pregunté – te estás metiendo a una iglesia así- por eso vi que si cambiaba como quienes pensaban diferente, además de que son los hombres y no la iglesia quienes cometieron los errores”, concluyó el sacerdote.