Y temblaron… tembló México y sus entidades, resonaron en las calles, edificios y monumentos las voces de aquellas mujeres que exigen justicia por las víctimas de abusos sexuales, por las violentadas, por el derecho a decidir sobre sus cuerpos y por todas las víctimas de feminicidio que hoy no están más.
En la capital de Puebla, colectivos feministas le hicieron frente a las dos pandemias y, armadas con cubrebocas, gel antibacterial, pancartas y consignas, invadieron las principales arterias viales para exigir, una vez más, que autoridades cumplan con su obligación; que los crímenes en contra de las mujeres terminen y a gritarle a la sociedad "que se extingan los machos”.
Por la mañana de este 8 de marzo, el gobernador Miguel Barbosa Huerta anunciaba el retiro de las cientos de vallas apostadas en el Centro Histórico el domingo previo, las cuales verían interrumpida la ruta de la marcha feminista, la realidad es que, con vallas o sin ellas, las mujeres tomarían las calles a toda costa.
La Fiscalía General del Estado (FGE) fue el punto de encuentro, mujeres ataviadas en ropa negra, muchas de ellas encapuchadas, otras más sosteniendo pancartas y pañuelos verdes se aglutinaban. Ahí, voceras del bloque negro alertaban de la falta de resultados de la institución en los casos de feminicidios, los cuales tan sólo en 2020 sumaron 103, de acuerdo a datos del Observatorio Ciudadano de Derechos Sexuales y Reproductivos (Odesyr).
Tras ello, algunas manifestantes consiguieron ingresar a un costado de la FGE, la cual estaba cerrada antes del arribo del contingente, una vez dentro, a martillazos rompieron ventanales del edificio, en una respuesta enérgica el contingente aseguraba al unísono “fuimos todas”, esto dio paso al inicio de la manifestación.
Y arrancaron… Nuevamente este 2021 las paredes, paraderos de RUTA del Bulevar 5 de Mayo y monumentos también gritaron, lo hicieron a través de los cristales rotos, el fuego y las pintas que plasmaron el hartazgo y hastío de las que se sienten inseguras en las calles, pero esta ocasión el miedo se quedó en casa.
“A cada minuto, de cada semana nos roban amigas, nos matan hermanas”, la reconocida canción sin miedo de Vivir Quintana, resonó al ingresar a la Avenida Juan de Palafox y Mendoza, el sonido cada vez era más imponente, algunas mujeres que se encontraban en los edificios salieron a aplaudir y a mostrar su apoyo a la lucha de las colectivas.
El contingente gritó, rompió y pintó a su paso por la FGE, Bulevar 5 de Mayo y las casonas de Juan de Palafox y Mendoza, sin embargo, fueron las fachadas del Congreso del Estado, las oficinas del Comité Municipal del PRI y la Notaría Pública 17, Benjamín del Callejo las cuales se vieron con más cristales rotos, puertas dañas e incluso fuego en su interior.
En medio de la aglomeración que se apostó en la 5 Poniente, un fuerte sonido alertó a las manifestantes, generando una estampida que se ubicó metros más adelante en la esquina de la 16 de Septiembre y 5 Poniente, justo frente a la Catedral de Puebla, la cual, como en otras ocasiones, fue intervenida por las mujeres.
Tras el estruendo, algunas mujeres retornaron al Congreso y la sede del PRI en la capital, las fachadas lucían consignas feministas, incluso, los vehículos que se quedaron estacionados terminaron pintados y con los cristales pulverizados.
Mientras, a pocos metros, el grupo de manifestantes que permaneció en Catedral, comenzaron a realizar las pintas en la sede de la iglesia católica en Puebla, poco después, se dirigieron a la plancha del zócalo, para dar cierre a las manifestación del Día Internacional de la Mujer.
Una vez en la fuente de San Miguel, cientos de puños se alzaron al aire, ahí, el silencio se hizo presente, luego, nuevamente las consignas regresaron, mientras, los rostros de algunas mujeres eran de cansancio por la caminata, posteriormente, las voceras del bloque negro pidieron acercarse para poder fijar una postura.
Algunas gotas de lluvia generaron que varias participantes decidieran dar fin a su participación y emprender la partida a sus hogares, otras manifestantes más se mantuvieron al pie del asta bandera del Zócalo hasta que la luz del sol se ocultó, después fue momento de partir a casa.
Mientras las mujeres emprendían el camino a casa, algunas de ellas se rociaban sanitizante, se colocaban gel, se retiraban momentáneamente los cubrebocas para beber agua, la marcha había terminado, no así la lucha feminista.
Esta protesta, a decir de las manifestantes, fue por todas, por las mujeres indígenas, por las desaparecidas, por las discriminadas, las violentadas, las agredidas sexualmente, las víctimas de feminicidio, las mamás de las víctimas, las que callaron por años y por la memoria de las que ya no nos acompañan.