Por Giovanni Góchez Jiménez
El legado del general Juan Crisóstomo Bonilla sigue vivo en Puebla, su estado natal, donde el 5 de mayo de hace 160 años participó en la victoria de las fuerzas mexicanas que se enfrentaron al Ejército Francés, el considerado más poderoso del mundo.
Nacido en Tetela de Ocampo en 1835, primero fue maestro, incluso antes de llegar a los 18 años.
“Inicia su carrera como maestro, de hecho, a la edad de 14 años fue el director de la escuela primaria del barrio de La Cañada”, explica Edwin Charles Bain Valtierra, uno de sus descendientes.
Para 1854, Juan Crisóstomo Bonilla (Juan C. Bonilla) ya había fundado una escuela particular y había sido nombrado director de otra, sin embargo, pronto su nación le tendría una encomienda mayor.
Tras hacerse amigo de Juan N. Méndez, otra figura importante en la historia del país, el originario de Tetela de Ocampo se unió al Partido Liberal. Así lo encontró el año de 1862, cuando se unió al ejército para enfrentar a los franceses en territorio poblano.
Juan Crisóstomo Bonilla vivió la gloria y el infierno con la caída de la ciudad un año después, aunque la historia le tendría reservado otro lugar protagónico, ahora en la toma de Puebla del 2 de abril de 1867.
“Es el primero en tomar la plaza de la capital poblana, mandando también a repicar las campanas y dando con esto una estrategia de triunfo (…) A raíz de esa batalla, mi tatarabuelo sale lesionado, lo tiran del caballo y sus mismas tropas y las enemigas lo empiezan a pisar y también le pasan encima los caballos”, detalla Leslie Bain, quien es parte de su descendencia.
Juan Crisóstomo Bonilla intentó regresar a la vida privada en distintas ocasiones, pero la construcción del país siempre tocó a su puerta.
En 1873 fue presidente municipal de Tetela de Ocampo, ese mismo año quedó electo como diputado del Congreso de la Unión. Cuatro años después, asumió la gubernatura de Puebla, en un periodo que se caracterizó por la apertura de escuelas en todo el territorio estatal.
Las lesiones que sufrió en la toma de Puebla, lo alcanzaron 17 años más tarde, por lo que en 1884 falleció en Veracruz a causa de un mal renal.
Para sus descendientes, la vida de Juan Crisóstomo Bonilla no es solo la que pueden leer en los libros de historia, también la que les heredó en el amor por la docencia y el orgullo de su defensa por el naciente México.
“Todas nuestras abuelas, todas nuestras tías fueron maestras, mi mamá también fue maestra, mis sobrinas también fueron maestras”, recuerda Dana Rubí Desgarennes, por quien corre la sangre del general mexicano.