“Si Dios dice aquí nomás, pues aquí nomás”, afirmó don Gabriel Caro, quien hace su caminata matutina por el zócalo de Santiago Xalitzintla en el que ha vivido sus 89 años.

Como un gigante vigilante, se mantiene el volcán Popocatépetl con su exhalación y un gruñido que pareciera perpetuo, el que mantiene inquietas a miles de personas a sus faldas y más allá.

Don Goyo, como lo llaman cariñosamente, ha tapizado de polvaredas de ceniza a sus vecinos y el rugir constante ha fracturado la vida tranquila de Santiago Xalitzintla. Ahora en sus calles antes casi desiertas, pululan decenas de extraños, la mayoría en uniformes.

Al igual que el ruido como de una olla exprés que no cesa, el miedo en los pobladores está latente, pero pareciera que se han acostumbrado o simplemente se niegan a ver el riesgo.

Apoyado en su bastón, Don Gabriel, recuerda que es costumbre del volcán hacer exhalaciones, por lo que no está dispuesto de evacuar, ya que la última vez que lo hizo le vaciaron su casa.

-¿No le espanta?

-No, ya qué me va a espantar, nada me espanta, ¿a dónde vamos a ir?, como dijo aquel, a dónde va a llover que no va a jalar el arado- mencionó entre risas.

Señaló que en la evacuación de 1994, le robaron sus pertenencias en su casa, la que está ubicada a unos pasos del zócalo.

-¿Entonces dice ahorita que no se sale?

-No ya no, para qué, me sacaron mis cosas, con una vez le hacen a uno cada rato, ya tengo experiencia.

“Lo del volcán es normal, está respirando, qué va a explotar, está respirando, no sabemos hasta cuando ya aviente las piedras”, relató al recordar que antes de los años 90 subía a correr alrededor del cráter.

-¿No ha sentido que ha cambiado, que ya está más peligroso?

-Bueno, peligro no, es que las rocas de aquel lado ya se acabaron, ya lo demás todo está bien, se están tapando las veredas, porque ya nadie sube.

A diferencia del octogenario, Juana, vecina del lugar, sí teme que haya alguna explosión, aunque también dice que hay un rumor en la población de que están sacando la ceniza para venderla.

“La verdad va mal, da miedo”, dijo al señalar que su casa está a la salida del poblado, desde donde en la noche previa observó la incandescencia de la punta del coloso.

“Me subí a la escalera en mi azotea y vi una fumarola bien grandota, había lumbre y caiba (sic) para abajo”, dijo la mujer de 70 años de edad.

-¿Le da miedo?

-Da miedo.

-¿Si se saldría en caso de evacuación?

-Pues como veo que nomás pasa, pues nomás pasa, hay confianza que no pase nada, si ya se salen todos, pues ya me salgo.

Recordó que hace unos años ya fue evacuada cuando estaba igual Don Goyo con exhalaciones.

“Da miedo también que roben, por eso no me quiero salir, asi en el pueblo no están contentos que van a salir, tienen sus cosas, sus animales, sus marranitos y todo y quién los cuidaría”, sostuvo.

Dona Josefina, lleva diez años viviendo a al menos 12 kilómetros del cráter del volcán.

“Ayer estuvo bien bravo, ahora está tranquilito, asi es siempre, un día si y otros no, anteriormente me decían los suegros que siempre ha sido así, hay años que ni hace nada”, dijo.

“Ahorita es como alarmante porque como que truena más, más que otras ocasiones”, dijo.

-¿Si llegan el caso de tener que evacuar, si se van?

-Pues sí, nos tenemos que ir, primero está la salud y la vida, si es cosa de irnos pues nos vamos, somos bastantitos de familia.

La ruta

En una de las rutas de evacuación que comunica con Calpan, no hay un solo bache y se recorre sin mayor problema.

A lo largo de la vía se puede ver transitándola a elementos del Ejército Mexicano, Policía estatal y de Protección Civil, además de que se están colocando en distintos puntos la señalética de la ruta de evacuación.

Son los mismos pobladores, quienes están apoyando a la instalación de las señales que informan por dónde pueden ir en caso de ser evacuados.

-¿Cuántos letreros van a instalar?

-Ahorita no sabemos cuántos, contestó uno de tres hombres ataviados con chalecos antireflejantes y cubrebocas que colocaban una señal.

“Pues los que se necesiten”, contestó otro, mientras el tercero estaba arriba de la batea de la camioneta donde había por lo menos cinco señales con sus respectivos postes.

Un kilómetro antes, otra cuadrilla también colocaba con prisa los mismos letreros con la leyenda “Ruta de evacuación”.

En tanto, este lunes se tuvo que suspender en Santiago Xalitzintla el día del tianguis, ante la situación, aunque hubo vendedores que se aventuraron a instalar su puesto.

Incluso un comerciante cuando preparaba chicharrón en cazo, querían retirar del zócalo por la llegada de autoridades.

“Tenemos que comer, el volcán nomás está respirando y se va a calmar, ya lo verán, es reargüendero”, dijo con confianza y una enorme sonrisa, “ya me la sé”, aseguró..