El milenario templo de Nuestra Señora de la Candelaria del pintoresco Barrio de Xonaca, se ha vestido de fiesta y lujo para celebrar ritos históricos con la presentación del Santo Niño Jesús.

Los feligreses con la fe a flor de piel se dieron cita en el templo de Nuestra Señora de la Candelaria con alegría, devoción y fe inquebrantable. Así los feligreses cuidan a sus niños Jesús como la joya más valiosa de la galaxia. Los han vestido con las mejores prendas.

Los Niños Dios engalanados con ropones, que han acompañado las fiestas decembrinas, llegan a los tempos de la ciudad, ataviados con los mejores ropones por ser el rey de reyes.  

Humildes feligreses llevan a sus niños Jesús a presentarlos al templo, como indica la tradición religiosa para santiguarse, bendecir a su imagen con el sacerdote y recibir la bendición

La gente ha vestido de manera galante a los niños Jesús con colores vivos para rememorar esta fecha milenaria.

Este viernes, dos de febrero de 2024 fue el día en que se celebró la tradicional fiesta de la Candelaria para dar el cerrojazo dorado a la temporada Guadalupe-Reyes.

La celebración nos recuerda la presentación de Jesús en el templo durante su infancia. Acontecimiento religioso de la niñez de Jesús que enmarca el libro sagrado, la Biblia

Además, esta fiesta cristiana se enraízo en las tradiciones mexicanas, con las tradicionales tamalizas populares, realizadas por quienes encontraron al niño en la Rosca de Reyes, aunque algunos se hicieron rosca.

A las mesas de los hogares llegaron los tamales enrollados en las hojas de maíz. Para que los anfitriones pagaran las deudas contraídas al encontrarse el niño, al partir o comer la rosca en los primeros días de enero.

Los historiadores cuentan que el Día de la Candelaria y los tamales, es el resultado de una mezcla cultural desarrollada en la época de la colonia en México para convertir al cristianismo a los habitantes de los pueblos originarios.

Antes en las misma fecha, los nativos originarios daban ofrendas a Tláloc y a Chalchiuhtlicue para traer la lluvia a los campos de cultivo.

En Puebla y en todo México, los fieles asisten a los templos por ser una tradición arraigada entre la comunidad cristiana, que mantiene más vivo el catolicismo a pesar de los embates propiciados por la autoridad.