“Las gelatinas nos quedaban mejor que a Xóchitl”, afirmó entre risas el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, al recordar su infancia en el municipio de Tepeaca, de donde es originario.
En una charla en el programa “Fuera Máscaras”, en la plataforma de TvIn conducida por Enrique Núñez y Sandra Ortiz, muy lejos de las acostumbradas entrevistas políticas, la pareja de esposos, Sergio Salomón y Gaby Bonilla, hablaron de sus vivencias “de carne y hueso”.
Incluso Gaby, ahora presidenta del DIF estatal, confesó que desde los 14 años se enamoró de Sergio, cuando lo conoció en Tepeaca, lugar donde nacieron y crecieron.
En tanto, el mandatario estatal, recordó pasajes de su infancia y cómo fue educado por sus padres, un chofer y una maestra. Además de sus travesuras y sus vacaciones destacó que desde pequeño siempre estuvo involucrado en la cultura del esfuerzo.
Sin soltar del todo su responsabilidad actual, el mandatario lamentó que existan personas que comiencen en “menos diez” y se comprometió a trabajar en el combate a la desigualdad.
Infancia, trabajo y esfuerzo
El gobernador Sergio Salomón, recordó que tuvo una buena infancia, aunque llena de trabajo, tanto de sus padres, como de él y de sus hermanos.
Incluso señaló que de niño sólo tuvo tres vacaciones y dos de ellas a Veracruz, donde viajaban en el camión de su papá, junto con una veintena de familiares.
Relató cómo era un día hábil durante su infancia: “Mi mamá temprano arreglaba a todo el mundo para ir a la escuela, regresaba a dar de comer y se iba a la escuela de Trabajadores (a dar clases), cuando llegaba, nosotros ya debíamos de tener en varias mesas un montón de vasitos de gelatina (para vender) y el agua hirviendo. A nosotros nos quedaban mejor que a Xóchitl (Gálvez)”, dijo entre risas.
También al regresar de la escuela tenían que dar de comer y limpiar a unos marranos que representaban todos los ahorros de la familia.
“Son enseñanzas de vida, porque quien le pierde el asco al excremento le pierde el asco a la vida, al trabajo (…) son orígenes muy padres, que cuando miras atrás no tienes más que darle gracias a Dios y recordar de dónde vienes para tener los pies bien puestos en la tierra”, añadió.
Sergio Salomón recordó que de niño tuvo un fuerte accidente al caer de dos pisos de altura, donde se rompió el paladar. “Eran riesgos muy naturales”, dijo.
Después contó que se fue de Tepeaca, ya de joven, entró a estudiar Arquitectura en la BUAP, carrera que no terminó.
“Se dan cuenta mis papás, van a la universidad a pedir mi cardex (…) cuando regreso a la casa me entero, entonces que me pongo digno porque era universitario (...), pero mi papá que me corre de la casa”, dijo entre risas y recuerdos.
A consecuencia de ello se fue a vivir con sus tíos, para regresar a su hogar un año después en pleno 24 de diciembre, para ver si era aceptado. Lo recibieron, pero su papá no le hablaba.
Después inició su vida laboral con la venta de seguros, “fue un gran aprendizaje, porque vender intangibles es difícil”, recordó, para después abrir un restaurante junto con su madre, el cual fue un éxito.
Después inició una empresa de transporte al ya tener más recursos, negocio en el que llegó a tener 41 vehículos, todos arrendados, “la necesidad y la oportunidad te da chispa”.
Gaby y el baile de su vida
En temas de amor, recordó que fue a la fiesta de 15 años de Gaby, “yo ya estaba repuntando en los negocios, llegue con mi traje color hueso”, dijo orgulloso.
“Pasé a bailar con ella (a invitación de su segura) y ahí hubo clic”, afirmó, para contar que se distanciaron un par de años aunque nunca dejaron de hablarse. Contó que durante su matrimonio no han tenido más de cinco pleitos.
-¿(…) después de una vida de casados, fue una etapa de ir convenciendo a Gaby que tenías una vocación política?- preguntó Enrique Núñez.
-Sí, también somos una pareja de la cultura del esfuerzo, de novios ya teníamos otra idea, pusimos una dulcería, yo trabajaba en seguros, tenía mi transporte y Gaby trabajaba en Cemex.
Recordó que lo empezaron a invitar a ser presidente municipal, pero no aceptaba por la estigmatización de la política que se da en los pueblos, se dice que es muy apasionada y sucia.
-¿En algún momento pensaste en claudicar en la política?- preguntó Sandra Ortiz.
-No, yo creo que ahí insistí en el tema y dije vamos por la presidencia municipal.
Ilusiones cumplidas: Gaby Bonilla
Gaby Bonilla, recordó que tuvo una educación de mucha responsabilidad, muy sana, con muchas amigas vecinas de Tepeaca, donde tuvo sus estudios básicos.
Huérfana de padre a los cuatro años, junto a su mamá, sus abuelos paternos y maternos y tíos, abarroteros de oficio, fue cuidada con sus hermanos.
-Jamás te imaginaste que estabas casada con el que iba a ser gobernador de Puebla (…) ¿qué reacción tienes cuándo tu esposo quiere hacer algo en la política?- preguntó Enrique Núñez.
-Tardamos también un poquito, fueron como diez años en donde a él lo invitaban cada vez que iba a haber elecciones y yo siempre le decía que no, porque era algo que no me latía.
“Desafortunadamente tenemos una imagen equivocada de la política, creo que es mucho la ignorancia y te dejas llevar por muchas cosas, siempre es lo malo, pero al paso de los años vi que tenía esa vocación de servicio”.
Recordó que a los 18 años empieza a trabajar y se casa muy joven, por lo que siempre disfrutó a sus hijas y ahora es una abuela feliz.
“La verdad es que super padre, los dos somos de Tepeaca, empezamos a salir, yo vivo enamorada de mi marido desde los 14 años, no andábamos pero me gustó, no nos hablábamos ni mucho menos”, dijo con sonrisas.
“Mi marido y yo no nos hablábamos, ahora me confiesa que me veía una niñita (…) en mi familia lo querían muchísimo (…) quien era mi chaperona era mi abuela”, reveló.
Recordó que su primera hija nació cuando ellos tenían tres años de casados. Del matrimonio dijo que iniciaron con mucho esfuerzo y deudas, pero más ilusiones y responsabilidad de salir adelante.
“Yo trabajaba en Cemex allá en Tepeaca, trabajamos los dos, me embarazo, hasta que nace la primera hija y primera nieta de parte de mi esposo, toda la semana me apoyaba mi abuela y otros fines de semana con mis suegros”, contó.
Incluso recordó momentos tristes como un embarazo que desafortunadamente no se logró, el tercero: “pero Dios decide llamarlo muy chiquito y en nuestro corazón está y siempre estará”.