Antes de las 21:00 horas a la guardia de la Policía Ministerial del Estado (PME) llegó una llamada que indicaba que en Funerales Cristo Rey, que se ubican en la 11 Sur y la 35 Poniente, se estaba velando el cuerpo de un hombre originario de Veracruz que había muerto por una enfermedad natural, pero que había sido llenado con cocaína para que luego fuera trasladado a Veracruz.
Un nutrido grupo de ministeriales acudió de inmediato al lugar, con todo el sigilo posible tomaron las instalaciones de la funeraria y después, en una de las carrozas sacaron el cuerpo del difunto y lo llevaron a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia (PGJ), donde un grupo de peritos se encargó de examinar el cuerpo detectando que todo fue falso, una “broma macabra”.
Mientras ocurría esto y en forma discreta, la familia del difunto, sus amigos y quienes se encontraban en el velorio sufrieron una vigilancia personal, ya que en caso de ser positivo lo del cuerpo con droga, muchos de ellos hubieran sido presentados para que se esclarecieran los hechos, sobre todo porque en esa llamada anónima se decía que después el cuerpo sería trasladado a Veracruz.
Debido a lo inmediato del suceso, a la hora en que ocurrió y sobre todo por el dolor que en ese momento pasaba la familia del fallecido, que pasó primero de ser estupor a indignación después; no se sabe si los deudos van a presentar una denuncia para que el “bromista” sea llamado a rendir cuentas.
Sólo quienes estaban presentes en ese velorio deben saber quién les tiene tanto “aprecio” como para hacerles pasar un “trago amargo”.
Hay que decirlo, mientras duró la investigación, todas las puertas de entrada del edificio de la PGJ quedaron materialmente selladas, no le permitieron la entrada ni la salida a nadie.