Hace cuatro años que Jossel salió de su saca en Atlixco para ir a su trabajo en la Plaza de la Tecnología en Puebla y, desde entonces, su familia dejó de saber de él.

La existencia del rancho Izaguirre en Teuchitlán y la imagen de una mochila que Irma González Matamoros cree reconocer como la de su hijo, la hizo emprender el viaje de 746 kilómetros hasta Jalisco.

“Vengo de Atlixco, Puebla, a buscar posibles pertenencias de mi hijo. Me pareció ver una mochila gris escolar, pero estoy consciente que mi situación o mi mente me puede jugar chueco y decir: ´esa es, cuando posiblemente sea o no sea, estoy consciente de ello".

“Pero como mi hijo desapareció, pues entonces estoy aquí. Estoy aquí buscando alguna pertenencia de él”.

Irma fue entrevistada por una periodista de debate.com.mx, a quien le narró lo que ha sido la búsqueda del Jossel que dejó de ver el 14 de mayo de 2021.

El último día

Jossel vivía en Atlixco. A los 18 años comenzó a buscar empleo… y lo encontró. Fue en la Plaza de la Tecnología, ubicada en la 10 Oriente del Centro Histórico de Puebla, donde lo contrataron para vender celulares. 

“Fui a ese lugar con su fotografía, lo fui a buscar y hubo gente que reconocía a mi hijo, y me dijo que vendía celulares, efectivamente, porque él me dijo que sí vendía celulares”.

La Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Puebla tiene publicada una ficha de Jossel. En ella se le ve sonriendo. Sus características son: 1.75 metros de estatura, complexión morena, moreno claro, cabello corto, lacio y negro, cara cuadrada, frente mediana, ojos café oscuro y labios gruesos.

Investigador privado

Con la ayuda de unas amistades, Irma contrató a un investigador privado que le informó sobre el rastro de su hijo. Sin embargo, el día que le iba a entregar el resultado de las pesquisas, el hombre faltó a la cita en medio de una situación extraña.

“Las investigaciones arrojaron que se lo llevó el cártel de Guadalajara, un tal ´pantera´, por eso sé que se lo llevó el cártel de Guadalajara. El investigador me dijo: ´Ya tengo datos precisos, la veo tal día´, pero llegó el día y el investigador no se comunicó conmigo (sic).

“Llegó al segundo día y no se no se comunicó conmigo. Al tercer día yo le dije ¿qué pasó, por qué no me ha contestado?, y me dijo que no encontraba a su compañero, que fue a buscar el lugar, la casa donde mi hijo vivía.

“Cuando fue al lugar era una casa en obra negra y no existía. Entonces el compañero del investigador se comunicó con el señor y le dijo que le dijeron que ya no le buscara. Entonces, no estoy segura, no investigué, no sé realmente, eso fue lo que el investigador me dijo, que amaneció en una bolsa negra, cortado en pedazos.

“Fue la última vez que el investigador me contestó, no me volvió a contestar más. No me borró, no me bloqueó, simplemente nunca más me volvió a contestar. Entonces, asumí que fue cierto”.

Revivir el dolor

Desde que su hijo desapareció, Irma afirma que una parte de su alma está muerta.

“Es difícil vivir una situación así. ¿Sabe qué es lo que pasa en nuestra sociedad?, que ya no hay empatía. Entonces la gente dice y juzga, pero denle gracias a Dios que no están viviendo lo que uno vive, porque es un infierno.

“Porque destroza familias. Porque si la mamá se vuelve una buscadora, el papá dice, ´No me entiendes´, pero ¿quién entiende a la mamá?

“Ahora tiene que abandonar esposo, hijos, y todavía se le van en contra porque ella busca a su hijo, pero a ella no la entienden. La familia solo sabe que ya los abandonó, pero no es así porque una parte de tu alma está muerta.

“Yo le dije a mi hija, mi hija no quería que yo viniera, porque dice: ´mamá, ya no quiero verte sufrir, ya no, ya has buscado mucho´. Pero le dije: ´mami, tengo que hacerlo, porque si tengo una luz de esperanza, la tomo. Tienes que entender, hija.

“Otra vez volvemos a revivir todo el dolor, pero tengo que hacerlo”.