Somalia sufre la peor sequía de los últimos 60 años, según datos de la ONU y del Gobierno del país, que está dejando a millones de niños y ancianos famélicos y a madres con pechos estériles, situación que se ve agravada por la presencia del grupo terrorista Al Shabab, vinculado a Al Qaeda.

A pesar de las lluvias torrenciales, que han acabado en los últimos días con la vida de al menos 15 personas en Mogadiscio, la sequía del Cuerno de África ha colocado a cerca de 11 millones de somalíes en situación de emergencia humanitaria, han advertido numerosas organizaciones no gubernamentales.

"Esto es más que una sequía. No ha llovido en los últimos tres años. Somos granjeros y dependemos de la lluvia, así que estamos pasando la peor hambruna", dijo a Efe Haji Ali Osman, un anciano que guió recientemente a 74 familias desde la zona rural de Gurban hasta Mogadiscio en una travesía de cientos de kilómetros para huir de la miseria y buscar alimento en la capital somalí.

Pero "Al Shabab nos está afectando más que el hambre y las sequías. Han secuestrado a todos los hombres para que combatan para ellos. Y no dejan que la población hambrienta se acerque a las zonas controladas por el Gobierno para obtener ayuda", asegura Osman.

Según el anciano, los 18 días de marcha con las familias hasta Mogadiscio causaron estragos en el numeroso grupo de desplazados, que se tenía que alimentar de las hojas de los árboles.

"Cada una de las 74 familias perdieron al menos a un niño. Algunas los perdieron todos", afirma Osman, al tiempo que denuncia la "desesperanza y olvido" que sufren por parte de la comunidad internacional.

El viaje también dejó a su esposa, Madina, en una situación crítica, pues aún no ha podido enseñarle a un médico las heridas en sus pies y piernas que la mantienen casi inmovilizada.

"Tengo las piernas infectadas. No puedo estar de pie. Cuando cayeron las fuertes tormentas estos días pasados, me tuve que arrastrar por el suelo para no quedarme bajo la lluvia", narra Madina.

Sus hijos, Dahira, Nur, Ziyad y Hassan (4, 7, 13 y 16 años) padecen malnutrición y han enfermado de sarampión.

Saredo Hilowle, de 39 años, apenas puede contar los sufrimientos del camino, en el que perdió a sus cuatro hijos: "No pude enterrar a ninguno. Los dejé bajo un árbol".

Si la sequía acabó con sus hijos, Al Shabab hizo lo propio con su marido, a quien mató bajo la acusación de espiar para el Gobierno Federal de Transición de Somalia.

Esta conjunción de factores ha forzado a desplazarse a cientos de miles de personas, bien a Mogadiscio, bien a la vecina Kenia, mientras que la ayuda humanitaria tarda en llegar.

El Ejecutivo somalí trató la semana pasada esa situación con cuatro organismos de la ONU: el Fondo para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Alto Comisariado para los Refugiados (ACNUR) y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

"Hemos distribuido algunos alimentos, lonas para tiendas y otros bienes básicos, pero no son suficientes para cubrir las necesidades de la gente. Esperemos que la ONU pueda ayudar más", subrayó el ministro somalí de Defensa, Abdi Hakim Hji Fighi.

Sin embargo, la sequía y el hambre son sólo una parte de un conflicto agravado por la presencia de los integristas de Al Shabab, que el pasado día 5 levantó el veto fijado en 2010 a la actuación de organizaciones humanitarias en las zonas del país bajo su control.

"Al Shabab prohibió a las agencias humanitarias operar en las zonas afectadas y ahora está dejando morir a la gente sin dar ningún tipo de ayuda. Tratan de ocultar lo que está sucediendo", señala a Efe Meymun Sheij, un trabajador de una ONG.

"De esta forma -agrega Sheij-, están llevando a cabo un lento pero constante genocidio. La sequía ha acabado con miles de vidas, pero como no hay medios presentes, nadie lo sabe".

Al Shabab pretende derrocar al Gobierno Federal de Transición somalí, respaldado por la comunidad internacional, e instaurar un Estado radical musulmán de corte wahabí.

Somalia vive sin Gobierno efectivo desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, y pasaron a controlar su territorio señores de la guerra tribales, milicias islámicas y bandidos.