¿Es o no es? Esa es la cuestión. La duda shakesperiana sobre la existencia (o no) del bosón de Higgs, la extraña partícula nunca vista pero que los científicos creen que puede explicar la aparición del Universo, podrá ser resuelta definitivamente a finales de 2012, según investigadores del Gran Colisionador de Hadrones (LHC), la gigantesca instalación científica situada bajo tierra cerca de Ginebra. Esta “partícula divina” se considera responsable de la masa de todas las demás y es uno de los mayores objetivos de la Física contemporánea.
Hace tan solo unas semanas, se extendía el rumor de que los físicos del colisionador europeo habían detectado por primera vez el bosón tras la publicación en una nota interna de los investigadores del detector Atlas (uno de los cuatro que forman parte del LHC) en la que comentaban el posible descubrimiento. Sin embargo, los portavoces del CERN, el laboratorio europeo de física de partículas que alberga al LHC, corrieron a desmentirlo y señalaron que los datos eran erróneos. Ahora, creen que estarán preparados para dar una respuesta real dentro de, más o menos, un año.
El director general del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), Rolf Heuer, fue tajante el lunes en la presentación de los resultados científicos del primer año de funcionamiento del LHC, durante la Conferencia de Eurofísica sobre Física de Altas Energías, que reúne en Grenoble (sureste de Francia) a 700 científicos. «La respuesta a la pregunta de Hamlet sobre el bosón de Higgs, ser o no ser, la tendremos al final del año que viene», señaló.
Pese a la que la espera de la «partícula divina» puede parecer larga para un público ávido de acontecimientos, el LHC, construido en un túnel circular de 27 kilómetros y situado bajo la frontera entre Francia y Suiza, ha obtenido unos excelentes resultados. En su interior se hacen chocar dos haces de protones que rozan la velocidad de la luz y se analizan las altísimas energías subatómicas que producen. El nivel de colisiones ha alcanzado en tres meses el objetivo fijado para todo el año 2011, es decir 70 millones de colisiones de partículas.
Sin embargo, aún será necesario multiplicar por diez la cantidad de datos estadísticos recabados para saber si existe o no el célebre bosón. “Estamos viviendo momentos muy excitantes para la física de partículas” y no disponer aún de los datos que permitan despejar esa incógnita no es en absoluto una decepción, añadió el director del CERN.
¿Existe una nueva dimensión?
Se trata del primero de los misterios físicos que intentan desvelar los expertos que trabajan con los datos que genera el acelerador y tanto probar la existencia del bosón como certificar que no existe sería un descubrimiento. Si se llegara a encontrar el último elemento que falta en el denominado Modelo Estándar de la física de partículas -enunciado en la década de 1960 por el profesor Peter Higgs- se podría comprender por qué las masas de unas partículas elementales y otras son distintas. Pero si la deseada partícula no apareciese, evidenciaría que el modelo estándar está incompleto y abriría nuevas vías de pensamiento a los científicos.
En paralelo, hasta finales de 2012, los responsables del CERN abundarán también en otros misterios a los que se consagran los físicos que trabajan con el LHC, considerado una de las mayores proezas científicas de la historia de la Humanidad. Entre ellos, determinar si existen más dimensiones, comprender las diferencias entre materia y antimateria, saber si existe la supersimetría o determinar si es posible hacer arqueología cósmica y explicar mejor qué pasó durante el Big Bang, hace 14.000 millones de años.
Territorio inexplorado
En el tiempo que lleva funcionando el LHC (desde el 20 de noviembre de 2009, tras una avería inicial en 2008) se han comprobado propiedades de partículas ya conocidas, lo que ha permitido avanzar "ahora hacia un territorio inexplorado".
En palabras de Fabio Zwirner, presidente de la división física de altas energías de la Sociedad Europea de Física (EPS, por sus siglas en inglés), “si se compara con el Tour de Francia, el amarillo del maillot ha ganado intensidad”. Una vez empiecen a llegar los primeros resultados científicamente revolucionarios, se podrá plantear la construcción de un nuevo acelerador, tarea que requeriría muchos años y financiación, visto que el actual LHC ha necesitado 20 años de trabajo, 4.000 millones de euros de financiación y la contribución de miles de científicos.