El Papa envió hoy una bendición y un saludo especial para México, al cual calificó como “un gran país”, durante el diálogo que sostuvo con obispos de esa nación en la residencia estival del Vaticano en Castelgandolfo.

Con motivo de un curso para “obispos novatos” del mundo, Benedicto XVI recibió en audiencia a los 113 participantes, entre ellos cinco mexicanos: los prelados auxiliares de Puebla, Eugenio Lira Rugarcía y Dagoberto Sosa Arriaga.

También los auxiliares de Tlalnepantla, Efraín Mendoza Cruz; de Morelia, Juan Espinoza Jiménez y de la Ciudad de México, Crispín Ojeda Márquez. Al final de la audiencia el pontífice saludó uno por uno a los asistentes.

En entrevista con Notimex, Sosa Arriaga aseguró que Joseph Ratzinger le recibió con una sonrisa, con generosidad y gentileza e identificó claramente su procedencia mexicana.

“Le pedimos que bendijera a los mexicanos, él dijo tengan fe porque tarde o temprano las cosas mejorarán, es decir hubo una bendición especial para México por las dificultades que están ocurriendo en el país”, indicó el prelado.

“Tiene presente a la Iglesia mexicana, eso lo comprobé hoy, veo su bondad y su amor por México, se interesa por nosotros. El sabe y se da cuenta, quiere que haya paz pronto”, agregó.

La tarde de este 15 de septiembre y tras su encuentro con el líder católico, los cinco representantes eclesiásticos asistieron al Pontificio Colegio Mexicano de Roma donde compartieron con sacerdotes y fieles el grito de la independencia nacional.

En la residencia para curas procedentes de varias diócesis de México que estudian en las universidades adscritas al Vaticano se celebró la misa, se rindieron honores a la bandera, se cantó el himno, se leyó el acta de independencia que data de 1821 y se dio el tradicional grito.

Junto al tradicional “¡Viva México!” el rector del colegio, Armando Flores Navarro, entonó un fuerte “¡Viva la Virgen de Guadalupe, patrona de nuestra libertad!”.

Los presentes degustaron comida típica: pozole con carne y verduras, mientras que en el fondo se escucharon melodías entonadas por un grupo de curas-mariachis.

“Aquí se vive con un sentido muy fuerte, en el interior estamos muy emocionados. Este día para mí es significativo, yo desde niño vivía estos momentos entre la gente, era todo un movimiento y una fiesta”, aseguró Juan Espinoza Jiménez, obispo auxiliar de Morelia.

Recordó que en su pueblo llamaban al 15 de septiembre la noche de la libertad porque, después del grito, se vivían momentos muy bonitos.

“Vivir aquí esta fiesta fuera nos hace contemplar con otros ojos nuestra nación, con ojos de amor, de esperanza, pero de preocupación. Sabemos que tenemos una situación difícil por una parte, pero también la Iglesia es mensajera de esperanza”, enfatizó.