Si a Alemania le preguntas cómo se debe afrontar la crisis te contestarán: recortar, recortar y recortar. La fórmula para ejecutar los ajustes (ese eufemismo que se ha expandido en la crisis para definir los recortes) es lo de menos. La cuestión es acabar con el déficit público sea por el camino que sea. Subidas de impuestos, eliminación de derechos sociales, reducción del gasto público, reformas laborales insoportables para los trabajadores... Todo vale. Y si se usan todas las medidas a la vez, como ha anunciado el nuevo gobierno español de Mariano Rajoy, mucho mejor.
Por eso, ante el impulso con la tijera que han tomado los ministros de Rajoy, el Gobierno alemán está exultante. Tanto o más que tras los recortes de 15.000 millones acometidos por José Luis Rodríguez Zapatero en mayo de 2010, que también celebró (después de exigirlos), y tras las reformas acometidas en España durante este verano, que sirvieron para que nos pusieran de ejemplo en varias cumbres frente a la parálisis reformista de Italia.
Westerwelle encantado por los 'tijeretazos':
Ayer se encargó de transmitir el mensaje de apoyo el Ministerio alemán de Exteriores, dirigido por Guido Westerwelle. En un comunicado, celebró el anuncio del Gobierno español de reducir en 8.900 millones el gasto público y elevar en 6.200 millones los ingresos con una subida de impuestos. Pero, sobre todo, se mostró encantado con el anuncio de que habrá una agenda "muy agresiva" de recortes y reformas, en palabras de Luis de Guindos, ministro de la economía española. "Celebramos la intención del Gobierno español de encaminarse hacia un estricto programa de austeridad, tal y como muestran las medidas recientemente adoptadas para consolidar los presupuestos", asegura en la nota. Y añade: "Apoyamos al Gobierno español en ese camino y mostramos nuestro gran respeto con la decisión con que se toman esos recortes dolorosos e inevitables". Inevitables porque, a su juicio, la desviación del déficit hasta el 8%, frente al 6% al que se había comprometido España, "demuestra la necesidad de un consecuente curso de consolidación".
El respaldo de Alemania no va a servir, sin embargo, para que la economía española cambie de rumbo y el tono negativo en el que se ha instalado el PIB va a tender a peor, muy a peor, aunque eso preocupe menos en el Gobierno de Merkel. Según las previsiones hechas públicas ayer por Goldman Sachs y por Fitch, la economía española se enfrenta al riesgo de acabar este año con una caída del 1,5% en el PIB. El banco de inversión lo dijo con total rotundidad, mientras que la agencia de calificación de riesgos se movió en terreno más movedizo: su previsión varía entre terminar el ejercicio con un crecimiento nulo o acabar con un descenso del 1,5%. Y entre las predicciones pesimistas, Goldman Sachs se mostró convencido de que el tijeretazo de Rajoy (ni el anunciado ni el que está por venir) no conseguirá rebajar el déficit público este año al 4,4% prometido a la UE. A su juicio, terminará en el 5,5%, lo cual supondría un descenso de al menos 2,5 puntos con respecto a lo que el Gobierno estima como cierre de 2011.
Precisamente, esa desviación del déficit es un tema que la Comisión Europea espera discutir con el Gobierno de Rajoy en las próximas semanas. Y si Alemania pide recortes, la UE también hace sus peticiones, y ayer planteó como posibilidad que se suba el IVA, al tiempo que mostró gran esperanza en las reformas que se van a presentar en los próximos tres meses. El portavoz de la Comisión Europea, Olivier Bailly, aseguró que compete al Gobierno determinar qué medidas adicionales adopta, pero también dejó claro que las anunciadas hasta ahora no son suficientes. Eso sí, a diferencia del mensaje alemán, Bailly destacó que no sólo hay que recortar sino también aprobar políticas que impulsen el crecimiento.