El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, se trasladó ayer a Bruselas juntamente con cinco de sus consejeros, según fuentes del Ministerio del Interior. Puigdemont sopesa solicitar el derecho de asilo en Bélgica, o tatar de armar una estrategia de defensa que persiga dilatar los plazos o embrollar el procedimiento, según sus abogados. Hay pocos hechos comprobados de lo que alguno de sus colaboradores califica como exilio y de lo que fuentes españolas prefieren describir como una fuga. Pero la petición de asilo podría provocar un incidente diplomático, según las fuentes consultadas, amén de abrir una crisis política en Bélgica.

Más allá de las consecuencias políticas de la aplicación del artículo 155 de la Constitución, el desafío independentista catalán se ha llevado dos reveses en los últimos días: el sonoro portazo de la Unión Europea y la huida de empresas y bancos —que han puesto pies en polvorosa para evitar la incertidumbre— han convertido el relato secesionista en un cúmulo de malas noticias, que ayer tomaron forma de sainete vodevilesco. Con los partidos soberanistas preparando ya las elecciones del 21-D tras la aplicación del 155, Puigdemont y cinco de sus consejeros protagonizaron una espantada, una fuga, un traslado o un exilio —aún no está del todo claro— camino de Bruselas. El presidente catalán busca una salida en Bélgica: podría solicitar asilo político o intentar esbozar una estrategia de defensa destinada a dilatar al máximo un proceso judicial que se adivina largo y espinoso.

Nadie en el entorno del exdirigente catalán aclaró el motivo último de ese viaje. Pero la llegada a Bruselas de Puigdemont y sus consejeros —Joaquim Forn (PDeCAT), Meritxell Borràs (PDeCAT), Antoni Comín (independiente), Dolors Bassa (ERC) y Meritxell Serret (ERC)— se produjo apenas unas horas después de que el secretario de Estado belga, Theo Francken, abriera la puerta a la solicitud del estatuto de asilado para el ya expresidente de la Generalitat.

El presidente catalán pretende explotar las tensiones políticas en el seno del Gobierno belga. Pero aún no tiene claro si finalmente solicitará asilo: Puigdemont se reunió ayer con un abogado belga especializado en derechos humanos, Paul Bekaert, que hace unos años evitó la extradición de la etarra Natividad Jauregui. “No hay nada decidido sobre la petición de asilo”, aseguró a EL PAÍS, “pero sí puedo decirle que mañana [por hoy] habrá una comparencia pública”. El abogado barcelonés de Puigdemont, Jaume Alonso-Cuevillas, apuntó en esa misma línea. “Puigdemont no se ha ido a Bruselas para esconderse; dará la cara en algún momento”, dijo a este diario.

Fuentes diplomáticas apuntaron que Puigdemont habría sido invitado por europarlamentarios flamencos, pero la N-VA negó durante todo el día cualquier relación con ese viaje. “Si finalmente Puigdemont no solicita el asilo, la lectura directa será que Bélgica le ha avisado de que no se lo va a conceder porque eso provocaría inmediatamente una crisis política belga y europea”, explicaron fuentes diplomáticas. España cree que no hay caso: la figura del asilo diplomático o territorial es inaplicable, más aún entre Estados de la UE, concluye un informe del Ejecutivo español.

“Si se le concediera el asilo se produciría una controversia importante entre los dos Estados [Bélgica y España], ya que sería tanto como poner en tela de juicio la consideración de España como Estado seguro y despreciar el esencial principio de confianza mutua entre los Estados miembros de la Unión”, avisa el citado informe.