Miles de personas se manifestaron este sábado en Washington, Nueva York, Los Ángeles y decenas de las ciudades más importantes de Estados Unidos para protestar contra las políticas conservadoras de Donald Trump al cumplirse un año de su llegada a la Casa Blanca y, también, de una primera Marcha de las Mujeres que, entonces no se sabía, sería el primer símbolo de un tremendo vendaval feminista a escala global.
La joven Jamie Albaum, esta mañana hablaba frente a la escalinata. “La igualdad entre hombres y mujeres ya está escrita en las leyes, pero no es real en la práctica, y yo estoy aquí luchando por eso”. Albaum, de 22 años, es de las que creen que 2017 fue parteaguas en el movimiento feminista, que marcará un antes y un después en las reivindicaciones contra la discriminación o el acoso.
La del año pasado en Washington fue una de las manifestaciones más masivas de la historia americana, convocada para protestar por la llegada al poder de un candidato que se había caracterizado por sus pronunciamientos racistas y machistas y con serias acusaciones de acoso detrás. La de este sábado resultó mucho menos multitudinaria, pero con una agenda muy clara: derrotar a los republicanos en las elecciones legislativas de 2018. Emily‘s List, una organización de EE UU que promueve la participación de la mujer en la política, afirma que desde las elecciones presidenciales unas 25.000 mujeres han acudido a ellos interesadas por presentarse a algún cargo electo cuando en todo ese año 2016 solo lo hicieron 920. La resistencia contra Trump parece menos febril, pero más organizada tras 12 meses de políticas sociales regresivas en asuntos como el aborto, los derechos LGTB o inmigración.
Hay quien ve en la Marcha de las Mujeres la semilla de lo que ha sido el movimiento Me too (Yo también) contra el acoso. En Nueva York, Tarana Burke, quien creó el lema hace más de una década, arengó a los manifestantes: “Somos más fuertes que el miedo”, clamó, “los hombres de calidad no temen a la igualdad”.
La protesta congregó a 400.000 personas por las calles de Manhattan. “Había mucha rabia por la llegada de Donald Trump” el año pasado, recuerda Katherine Siemionko, una de las organizadoras, “pero ahora ya no es por él, es por nosotros”. Eso explica que la Marcha de las Mujeres se haya convertido en un fenómeno global y que las manifestaciones, como ya ocurrió hace un año, se reproduzcan en distintas ciudades del mundo a lo largo del fin de semana.
“Las mujeres se levantaron porque se dieron cuenta de que no hay igualdad y entendieron que necesitaban actuar rápido”, dijo Siemionko, “porque esta administración no va proteger sus derechos más básicos. Tampoco los derechos de los inmigrantes, de la comunidad LGBTQ+, de los discapacitados o de la gente de color”.
Nueva York es desde hace décadas la casa de estas comunidades. Es la metrópolis más diversa del país y la que presume de ser la abanderada de la igualdad. La ciudad de los rascacielos se convirtió así tras la victoria Trump en el gran eje de la resistencia contra las políticas que emanan de Washington. “Vuestras leyes destruyen los sueños de millones”, denunciaba otra de las pancartas.
En Nueva York, al término de la protesta se organizó un evento que tenía como objetivo recaudar fondos ayudar a las mujeres con aspiración política a presentar sus candidaturas a cargos públicos. “El próximo paso son las urnas”, insisten desde VoteRunLead.