La Royal Navy británica ha descubierto dispositivos de vigilancia en aguas territoriales que podrían estar vinculados a una campaña de espionaje por parte de Rusia, según informes recientes.

Estos sensores fueron hallados tanto en la costa como durante patrullas rutinarias realizadas por buques cazaminas. 

Las autoridades británicas sospechan que estos dispositivos forman parte de una estrategia encubierta del Kremlin para monitorear la posición y movimientos de los cuatro submarinos de la clase Vanguard, pilares del programa nuclear Trident del Reino Unido.

Actualmente, uno de estos submarinos está en operaciones como parte del sistema de disuasión nuclear permanente del país. 

Este hallazgo se enmarca en lo que el Ministerio de Defensa británico describe como tácticas de "guerra en la zona gris", referidas a acciones que, sin llegar a un conflicto armado abierto, buscan desestabilizar o espiar infraestructuras críticas.

Desde la invasión de Ucrania en 2022, se ha observado un incremento en actividades de sabotaje y vigilancia atribuidas a Rusia, afectando infraestructuras submarinas clave como cables de internet y gasoductos.

Fuentes militares han señalado que, en los últimos 15 meses, al menos 11 cables submarinos en el mar Báltico han sufrido daños, algunos aparentemente causados por barcos que arrastraban anclas.

Además, se ha obtenido información de inteligencia que sugiere el uso de superyates propiedad de oligarcas rusos para realizar sondeos submarinos en áreas estratégicas.

En respuesta a estas amenazas, el Ministerio de Defensa del Reino Unido está buscando colaboración con empresas tecnológicas y energéticas para fortalecer la protección de las infraestructuras submarinas.

Se prevé la activación del proyecto militar denominado Cabot, orientado a mejorar las capacidades de vigilancia y defensa en el ámbito marítimo.