La posibilidad de que se construya un muro en sus tierras sagradas, generó un sentimiento de unidad entre los miembros de la tribu Tohono O’Odham de Sonora y Arizona para defender el patrimonio de sus ancestros.
A diferencia de la primera invasión a su territorio, ocurrida en 1853 tras la venta de La Mesilla, ahora consideran que tienen mejores herramientas para luchar por los derechos adquiridos a través de cientos de años, como son las redes sociales.
Por lo pronto, los integrantes del Consejo de Pueblos Pápagos de Sonora esperan reunirse en breve, para conformar una opinión unificada respecto a la eventualidad de que Estados Unidos construya una nueva valla en la frontera con México.
Mientras tanto, miembros y gobernadores tradicionales de la etnia están impedidos para dar declaraciones al respecto, para evitar confusiones y contradicciones, porque ya tomaron el acuerdo de que no se declarará nada sin antes consultarlo con dicha comunidad.
De acuerdo con integrantes del Consejo, quienes prefirieron el anonimato, esperan que en unas semanas más la dirigente de ese órgano interno, Alicia Chuhuahua, convoque a dicha sesión donde se establecerá una declaratoria y las acciones a realizar para luchar contra el muro.
Los consejeros indígenas pápago o tohono, como se llaman de manera indistinta, son 24, los 12 gobernadores de las comunidades pápago, asentadas en cinco municipios del norte de Sonora, y sus respectivos suplentes.
En el municipio de Altar se encuentra el grupo ubicado en la cabecera municipal, además de los poblados Pozo Prieto, Pozo Verde, Cumarito y Carrizalito; en Caborca están los asentamientos conocidos como San Francisquito, Las Norias y El Cubabi. En los municipios de Puerto Peñasco y Pitiquito sólo se encuentran grupos tohono en las cabeceras municipales.
En tanto que en Plutarco Elías Calles, como se llama oficialmente el municipio cuya cabecera es Sonoyta, existen grupos en dicha ciudad y en la comunidad Quitovac, la cual tiene un anexo llamado El Chujubaji.
“Todos los miembros del consejo vamos a reunirnos, enfrente de todo el pueblo, para decidir lo que vamos a declarar, lo que se va a hacer y cómo nos vamos a coordinar con nuestros hermanos de Arizona”, comentó uno de los consejeros tohono. Manifestó que lo que sí existe es un sentimiento de unidad para enfrentar esta decisión de gobernantes del vecino país.
Pero la presidenta de la comunidad Quitovac, Dórali Velasco, no coincide con dicha decisión de impedir dar declaraciones a los integrantes de la tribu, de hecho sostiene que cada comunidad es autónoma y ella defiende ese estatus.
“No sé si lo que se pretende es impresionar con el muro, porque de igual manera el territorio tohono está dividido por esa cerca”, expresó.
Recordó lo sucedido tras la venta de La Mesilla, que era la región norte de Sonora, pero fue adquirida por Estados Unidos en 1853, por lo que la frontera mexicoestadunidense se recorrió más al sur de lo que había quedado tras la guerra de 1847.
“Hay gente que cuando esto se limitó, sus corrales de sus animalitos a veces estaban divididos por la frontera. He leído algo de eso y es increíble cómo con este Tratado de Guadalupe-Hidalgo se hace la división y afecta a nuestra etnia”, detalló.
Resaltó que no ve mucha diferencia de que desde antes se construyó una cerca y ahora se quiera convertir en un muro más alto y más vigilado.
El punto de Velasco es: “Vuelvo a la postura de decir: Nosotros estábamos antes. Éste es nuestro territorio, aún con divisiones y sin divisiones. Es territorio ancestral, es territorio sagrado, también lo podemos llamar así, y es ese gran desierto que es parte de nuestro pueblo originario”.
Expuso que los papás de su abuela nacieron en esta pequeña comunidad, que es la única poblada de entre las que se mencionan como lugar de residencia de tohono.
Dórali Velasco, como dirigente de Quitovac, manifestó que ahora utilizan las redes sociales para seguir el desarrollo de este problema, así como las opiniones y acciones de otros miembros de la comunidad pápago en Arizona.
Por dicho medio se enteró de las declaraciones del vicepresidente de la Nation Tohono O’Odham cuyas oficinas están en Sells, Arizona, Verlon Jose, quien dijo a una estación radiodifusora de Phoenix, que sobre su cadáver podrían construir el muro fronterizo.
Expuso que dicha postura del dirigente autóctono se ha publicado en diferentes medios, “está en las noticias, en las redes sociales”, porque ellos defienden una tierra sagrada, como lo indica el significado de Tohono O’odham, que en lengua quiere decir “gente del desierto”.
También el residente pápago de Quitovac, Martín Gortárez, opinó que es algo malo que las autoridades americanas construyan un muro fronterizo, “no nos va a favorecer a nosotros, porque pasamos a cada rato para allá y no nos van a dejar pasar con el muro”.
Para la entrevista, dejó a un lado una palangana con la cual movía lodo y unas piedras en busca de oro, y manifestó que no están de acuerdo con dicha obra, “muy mal eso que quiere hacer el señor Trump”.
Propuso unirse y apoyar al dirigente tohono de Arizona, Verlon Jose, para lo cual están dispuestos a acudir a su llamado cuando sean requeridos, “es nuestro gobernador de aquí de toda esta tribu, Caborca, Sonoyta y Peñasco”.
Destacó que también se dio cuenta de las declaraciones del líder a través de las redes sociales, “yo digo que para toda la gente está mal ese muro. Pero no se va a hacer, yo digo que no se va a hacer en ese pedazo. Quién sabe, que tanta fuerza tenga ese señor presidente”.
En cuanto al cruce a Estados Unidos, la presidenta de la comunidad Quitovac manifestó que hay mucha desinformación en cuanto a las facilidades o no que tiene la etnia para trasladarse a Arizona.
Explicó que existen maneras de cruzar de manera legal a ese país, que son contar con un documento migratorio, tener la visa láser como la que deben tramitar todos los mexicanos o un permiso especial de parte de las autoridades del vecino país.
“La identificación que tenemos como miembros de la etnia y que la otorga la Nación Tohono en Sells, Arizona, sólo indica que somos miembros de la etnia, pero no significa que con el hecho de tenerla ya podamos pasar al otro lado”, reiteró.
Redundó que dicha credencial de la tribu sólo sirve como una identificación avalada por la tribu de Arizona, “de que somos tohono y con esa tarjeta la misma Nación Tohono nos puede tramitar un permiso especial para ir a Arizona, pero sólo por una emergencia médica o para atención médica”.
Expresó que dicha credencial no sirve para hacer viajes de turismo o de negocios a Estados Unidos, y reiteró que para este tipo de actividades sólo se puede cruzar con un documento migratorio o visa, como los que debe tener todo mexicano.
Aclaró que no significa que quien tenga esa tarjeta pertenece a la etnia y quien no la tenga no es miembro, “hay personas que no la tienen y son indígenas, porque sólo es una identificación”.
Sobre la puerta existente en el cerco fronterizo en pleno desierto de Altar, entre Sonora y Arizona, manifestó que pocos tohono la utilizan, debido a que para llegar a ella se requieren más de diez horas de camino en vehículo desde Sonoyta.
Descartó que sea una puerta especial por la que pueden cruzar sin documentos, ya que metros adelante de dicho pórtico llamado Panamá, se encuentra un vehículo con dos elementos de la Patrulla Fronteriza de la Unión Americana.
Explicó que ellos revisan si los indígenas que pretenden cruzar cuentan con visa o la tarjeta de pertenecer a la etnia junto con la cita en el hospital de Arizona, y entonces el patrullero puede optar por permitir el paso pero de manera especial.
De hecho, los únicos indígenas de esta tribu que usan ese acceso a diario son los que residen en las comunidades Cumarito y El Bajío, del municipio de Altar, porque viven cerca de esa puerta, pero salvo ellos, casi nadie la usa, pues prefieren usar las garitas internacionales.
Añadió que en esos dos poblados ubicados en pleno desierto de Altar, sólo viven dos familias, quienes a diario llevan a sus hijos a la escuela en Sells, Arizona, y cruzan en carro, “me imagino que los de la Patrulla Fronteriza ya los conocen”.
Al solicitar una entrevista con personal de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) en la aduana de Lukeville, frontera con Sonoyta, para investigar sobre el estatus migratorio de los pápagos, indicaron que por el momento no dan declaraciones.
Por otra parte, la regidora étnica del municipio Plutarco Elías Calles (Sonoyta), Berenice Lizárraga Lizárraga, comentó que dicha etnia tiene alrededor de dos mil familias quienes residen en las comunidades mencionadas del lado mexicano.
Expuso que debido al veto a dar declaraciones del Consejo Tribal, sólo puede referirse a su labor como edil municipal, pero sobre el nivel de vida de su gente comentó “pues más o menos, porque sí hay muchas necesidades en todas las comunidades”.
Principalmente requieres servicios médicos, educación y en lo que es vivienda, para lo cual se han hecho gestiones ante la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y la instancia similar de Sonora.
Destacó que el año pasado se gestionaron 10 casas, ocho para Tohono residentes en Sonoyta y dos más en Quitovac, a través de la Comisión Estatal para el Desarrollo de los Pueblos y Comunidades Indígenas (Cedis).
Comentó que su principal petición a los indígenas tohono, “es estar unidos siempre, siempre. No estar divididos, todo lo contrario y cuidar nuestros usos y costumbres, cuidar nuestra cultura porque es muy bonita. Estar siempre unidos y salir adelante”. Mencionó que la naturaleza es lo principal, por lo cual debe conservarse y valorarse.
De acuerdo con otros integrantes de la comunidad, tienen el apoyo de la Nación Tohono O’Odham de Arizona, en becas educativas mediante las cuales sus hijos pueden asistir a cualquier universidad que seleccionen.
Lizárraga mostró una credencial de las que les otorgan sus dirigentes en Arizona, para reconocerlos como indígenas, pues en varias ocasiones han descubierto que personas ajenas a la etnia venden documentos falsos con la intención de que otros individuos se hagan pasar como tohono.
De acuerdo con datos del ayuntamiento de Plutarco Elías Calles, el poblado de Quitovac se encuentra en un territorio que abarca 11 mil 331 hectáreas de terrenos localizados en pleno desierto de Altar.
Se llega a él por la carretera federal Número 2, tramo Caborca-Sonoyta, y en el kilómetro 213 al poniente se encuentra un letrero que indica que esa comunidad está a 3 kilómetros de distancia, por lo que se toma un camino pavimentado que conduce a él.
Toda la geografía se encuentra saturada de cactus, choyas, árboles palo verde, biznagas y demás especies de plantas desérticas, con sus espinas y su característica ausencia de hojas o follaje muy delgado.
Hace 50 años los viajeros de la autopista federal podían observar manadas de borregos cimarrones en los cerros que rodean dicha comarca, “pero se los acabaron”, comentó el trabajador jubilado vecino de Sonoyta, Sergio Fernández.
Al arribar apenas se percibe un caserío al fondo, pero destaca en la entrada el edificio de la escuela primaria Albergue Tribu Pápago del lugar, que es asistencial, donde son atendidos durante las 24 horas de lunes a viernes, un total de 24 niños entre mestizos e indígenas.
Dórali Velasco, la dirigente de la comunidad y directora del plantel, mencionó que aunque la gente tiene la idea de que son niños problemáticos, en realidad son atendidos allí porque casi siempre son hijos de madres solteras, quienes deben trabajar y no pueden cuidarlos.
Mencionó que en el poblado todos los tohono están emparentados, además de que sólo viven 23 familias con 83 miembros entre todas y que principalmente se dedican a la minería.
Las casas son precarias. En el pequeño poblado hay un silencio total, sólo interrumpido por el canto de algún ave o un grito de alguien que no se puede entender en la distancia, aunque las casas apenas se extienden en un área de 300 metros por 300 metros.
En la mayoría de los patios se pueden encontrar vehículos tipo Pick Up de modelo atrasado, aunque bastantes de ellos debido a las condiciones en que se encuentran es posible que ya no funcionen.
Justo donde termina el caserío, está la laguna de Quitovac, que en el pasado y a la fecha es objeto de ceremonias sagradas, además de que es un sitio de reposo para patos en muchos kilómetros a la redonda.
A dicha fuente de agua dulce, la cual brota desde el subsuelo, se debe que los indígenas escogieran el lugar para sus asentamientos, además de que también permitió la sobrevivencia de los primeros misioneros europeos.
Para cuidar este patrimonio natural, en las inmediaciones fue creada en 1993 la Reserva de la Biosfera Sierra del Pinacate y Gran Desierto de Altar.
Precisamente, la dirigente de la comunidad, Velasco, manifestó que es necesario que se protejan estas tierras sagradas, este remanso de la naturaleza, pues los indígenas tohono o’odham consideran que un muro también afectará el equilibrio ambiental.
Pero antes que eso suceda, que se afecte el legado de sus ancestros, los miembros de esta cultura piensan en la unidad de su Nación Pápago o Tohono O’Odhan para defender su derecho anterior a vivir en una tierra sin límites.
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