El Tribunal de Justicia del Estado de Guanajuato resolvió sancionar a un hombre debido a que los constantes ladridos de su perro, un Husky Siberiano, alteraban la tranquilidad de sus vecinos y afectaban el bienestar de un menor de edad.
La decisión, que marca un precedente en materia de conflictos vecinales por ruido, establece que el propietario del can deberá pagar una multa, cuyo monto aún no ha sido revelado.
El caso inició en 2023, cuando un vecino presentó una demanda argumentando que su hijo, de tres años en ese entonces, había sufrido problemas de salud derivados del ruido excesivo. Entre los efectos negativos señalados en la denuncia se mencionaron insomnio, estrés y bajo rendimiento escolar.
En primera instancia, el dueño del perro resultó favorecido con el fallo, pero el demandante apeló la decisión ante la Novena Sala Civil del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Guanajuato.
Tras analizar las pruebas presentadas, el Tribunal concluyó que los ladridos eran suficientemente intensos para causar molestias significativas. Aunque no se aportaron estudios sobre los niveles de decibeles del ruido, los dictámenes psicológicos indicaron que el menor experimentó afectaciones en su salud.
Con base en el Código Civil del Estado de Guanajuato, se determinó que el propietario del Husky debía asumir la responsabilidad por los daños ocasionados mediante el pago de una sanción económica.
¿Me pueden demandar por los ruidos de mi perro?
Este caso subraya la importancia de tomar medidas preventivas para evitar conflictos con vecinos debido a ruidos o posibles daños ocasionados por mascotas. Si bien los perros tienen derecho a expresar su naturaleza, los propietarios deben asegurarse de que su comportamiento no afecte la convivencia en la comunidad.
Cuidados para evitar problemas legales
- Para prevenir situaciones similares, se recomienda a los dueños de perros seguir algunas pautas:
- Entrenamiento adecuado: Reducir los ladridos excesivos mediante el adiestramiento, especialmente durante la noche.
- Socialización: Fomentar la interacción con otras personas y animales para disminuir la ansiedad y comportamientos agresivos.
- Supervisión constante: Evitar dejar al perro sin vigilancia en lugares donde pueda causar molestias.
- Mantenimiento de cercas y espacios: Asegurar que el animal no tenga acceso a propiedades ajenas.
- Atención veterinaria: Controlar la salud del perro para prevenir comportamientos inusuales.
- Uso de correas y bozal: Implementar medidas de seguridad en caso de que el perro tenga antecedentes de agresividad.
- Control del ruido: Proporcionar juguetes y enriquecimiento ambiental para reducir el estrés y el aburrimiento.
- Póliza de seguro: Considerar un seguro de responsabilidad civil para cubrir posibles daños ocasionados por la mascota.
- Respeto a horarios: Evitar que el perro esté en áreas abiertas en momentos donde su ruido pueda resultar molesto.
- Este fallo del Tribunal de Guanajuato destaca la importancia de la responsabilidad de los propietarios de mascotas y su papel en la construcción de una convivencia armónica dentro de las comunidades.
Con información de Excelsior